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Todos los que disfrutamos X: mueren por darte placer, esperábamos una segunda parte de la historia, que quizá hubiese llegado en un par de años. Ti West, el genial director de este filme (y el mejor título de terror del 2022, como lo comentamos ya) así lo entendió, pero decidió hacer las cosas en sus términos, uniendo fuerzas con su estrella Mia Goth y escribiendo el guion entre ambos. Recordemos: en X: mueren por darte placer, un grupo llega en 1979 a una granja texana para rodar un filme porno. Mia Goth encarnaba a “Max” una aspirante a estrella del cine para adultos, quien tenía un enfrentamiento con los ancianos esposos y asesinos dueños del lugar. Para quienes prestaron atención, la esposa se llamaba Pearl. Así que esta es la historia, en forma de precuela, de la asesina.

Algo que ya se venía urdiendo desde los tiempos de X, ya que Goth interpretó tanto a la bella Max como a la psicópata anciana Pearl bajo varias capas de maquillaje; ahora incluso sabemos que West y Goth están urdiendo una tercera cinta llamada MaXXXine. Pero vayamos por partes.

Mia Goth regresa para hacer la precuela de "X: mueren por darte placer".

Pearl es otro tipo de filme de terror. Allí donde X era un slasher –es decir, alguien matando a un conjunto de personas con cuchillos, sierras, etc.–, en Pearl el tema de las muertes ocurre dentro del violento conjunto de manifestaciones del mundo interior de la protagonista. Pearl (Goth) es la hija de una pareja de sombríos inmigrantes alemanes. Estamos en Estados Unidos, 1918, año de la epidemia de influenza y nos encontramos en la misma granja donde ocurrirán los hechos de X. Pero dentro de todo son tiempos mejores, así que la fotografía en colores vivaces se distancia por completo del menú visual de X.

Estamos en Estados Unidos, 1918, año de la epidemia de influenza y nos encontramos en la misma granja donde ocurrirán los hechos de X.

Pearl sueña con huir de su vida campestre y ser una estrella de las películas que ve a escondidas en un cine local. El problema es que su madre, Ruth (Tandi Wright) le impone una durísima vida, en parte por las penurias económicas de los tiempos, en parte por el trauma de tener a su esposo paralítico (Matthew Sunderland) en una silla de ruedas y dependiente del cuidado de las dos mujeres. Peor incluso, el esposo de Pearl, Howard (Alistair Sewell) se ha marchado a combatir en la Primera Guerra Mundial.

Pearl es otro tipo de filme de terror. Allí donde X era un slasher –es decir, alguien matando a un conjunto de personas con cuchillos, sierras, etc.–, en Pearl el tema de las muertes ocurre dentro del violento conjunto de manifestaciones del mundo interior de la protagonista.

Hay suficiente sustancia para dibujar el perfil perturbado de Pearl: mata animales, violenta psicológicamente a su padre, reacciona fuera de control ante la frustración. West y Goth entienden el estudio de la mente criminal que han planteado y nos dan un filme tenso donde el grueso de la violencia nos aguarda en el tercer y último acto. Goth despliega un intenso magnetismo en la pantalla, llenando cada espacio con su presencia. El filme ha sido pensado para su lucimiento y así la vemos, danzando ensimismada en sus sueños, suspirando enamorada y luego matando de forma despiadada a todos quienes considere una amenaza. Así, Pearl se revela como un personaje interesantísimo y fascinante, haciéndonos olvidar los hechos de X. Hay quienes consideran a Pearl como superior a X y los entiendo: son dos filmes distintos, cada uno con su magia. Yo pienso que X se impone a Pearl porque es más concreto y nos da terror sostenido combinando sensualidad y homenajes al terror clásico y al porno setentero; ese aire de revitalizar lo vintage proponiendo nuevas formas es lo que la distingue. Pearl retrasa la acción hasta por momentos tenernos perplejos porque no entendemos hacia dónde va la historia; el terror es demasiado esporádico, la tensión se disipa en ciertos instantes. Pero ese soy yo.

West y Goth entienden el estudio de la mente criminal que han planteado y nos dan un filme tenso donde el grueso de la violencia nos aguarda en el tercer y último acto.

Si dejamos de enfrentar uno contra otro filme, obtenemos otra extraordinaria travesura de Ti West, quien logra el prodigio de gestionar dos filmes emparentados pero que no se repiten, no se copian, no reciclan los mismos recursos. Pearl se desmarca por méritos propios, con un lenguaje vivaz y provocador, y confirma a Mia Goth como una nueva musa del miedo, allí en la larga tradición de Janet Leigh, Jamie Lee Curtis, Sigourney Weaver o Heather Langenkamp, la eterna Nancy Thompson de Pesadilla en Elm Street. Pearl es un filme tan sorprendente como retorcidamente bello y necesario.

Nos vemos en la tercera entrega.