Relatto | El cuento de la realidad
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Quería ver el color de Honduras y un viejo amigo me propuso conocer un rincón especial el último día de mi estancia en aquel bellísimo y sufrido país.

A unos cuantos kilómetros de llegar a Cantarranas, unos 40 kilómetros al norte de Tegucigalpa, vimos a un joven en la ruta, mochila al hombro, haciendo dedo. Era un mediodía caluroso, el sol castigaba en línea recta, así que le pregunté —disimulando, como quien no quiere la cosa— si podríamos llevarlo.

Yo era la visita, no tenía muchas opciones para negarse. Pero Honduras, penosamente, se tornó tan violento que ciertos desvíos de lo pautado pueden resultar feroces.

Sin embargo, frenó. 

El joven dijo que se llamaba Osman. Que era de Olancho. De Catacamas —para ser precisos. 

Transpiraba. Teníamos agua y le ofrecimos. 

—Voy a Cantarranas. Si me acercan, les estaré muy agradecido.

Osman nos contó que era muralista y grafitero. 

Cuando lo mencionó, giré rápido el torso. 

—¡Qué bien! Aprecio mucho a los artistas. ¿Vas a trabajar allá?

—Sí. Bueno, voy a restaurar una obra y revisar otras. Me han contado que están un poco dañadas. 

***

Le llaman Serendipia: un hallazgo, un encuentro afortunado, valioso e inesperado que se produce de manera casual.

Quizás esa definición sirva para describir la tarde que pasé junto con Osman Godoy, el nombre tras la firma Van Gun´s. 

Van Gun´s es su nom de guerre: artista de 28 años de una calidad extraordinaria, sin academia, empírico, autodidacta. Desgarbado, con mostacho típico incipiente y gafas de marco oscuro; carga —siempre— sus pinceles, alguna lata de pintura, la paleta y ahora también aerosoles.

En cada una de sus obras plasma la historia y la riqueza cultural de los pueblos originarios que habitan suelo hondureño. "Me motiva el cambio que se puede promover a través del arte, crear conciencia, humanizar, representar en espacios públicos y populares a nuestros pueblos, sus conocimientos, su legado".

Van Gun´s suele retratar —entre otras— a personas de la tercera edad, con rasgos étnicos afrodescendientes e indígenas. Sus obras buscan "despertar el lado humano" (como él mismo dice); por eso pinta con amor a su pueblo y a comunidades que por siglos quedaron marginadas. 

—Quiero reflejar lo autóctono fuera de los cuadros, en paredes, en espacios abiertos; y así reivindicar a personas que han sido invisibilizadas.

Artista de 28 años de una calidad extraordinaria, sin academia, empírico, autodidacta. Desgarbado, con mostacho típico incipiente y gafas de marco oscuro; carga —siempre— sus pinceles, alguna lata de pintura, la paleta y ahora también aerosoles.

Lempiras intervenidos

Desde que comenzó a intervenir lempiras (el billete nacional), las imágenes de sus obras circularon de forma masiva en las redes sociales y acapararon la atención de diferentes medios regionales.

La idea de las pinturas sobre lempiras, que nació en tiempo pandémico con el propósito de revalorizar la moneda nacional, sigue la temática de los murales. "Pero, además, otro propósito es llamar la atención del Banco Central, para que la representación de nuestros pueblos multiculturales también sea factible en billetes".

Si bien su trabajo se puede ver en diferentes portales y en sus redes sociales, hay obras de Van Gun´s en Catacamas, en Cantarranas y Comayagua. También en la ciudad capital: Tegucigalpa, y en La Ceiba, Roatán, Santa Bárbara, Intibucá, Cortes, El Progreso, Yoro, Nueva Frontera, en el Lago de Yojoa y en la temida San Pedro Sula. 

Los caducados

Al llegar a Cantarranas se lamentó del estado de las pinturas; pero lo hizo con una sonrisa y entre comentarios graciosos: "Cantarranas siempre me sonó a Mosquitolandia".

Desde el primer encuentro autogestivo de artistas en 2017, este municipio del centro-sur de Honduras se convirtió en una de las galerías de arte a cielo abierto más grandes de Latinoamérica. Pero la emoción por el logro —que el alcalde y las autoridades celebraron con bombos y platillos— no duró tanto: las obras se descuidaron. 

Es una pena, porque los murales no solo son reivindicativos, sino que se transformaron en uno de los atractivos turísticos más importantes del departamento. Descuidarlos es desatender alternativas laborales reales.

Las obras tienen como protagonistas a símbolos nacionales como la guacamaya. Pero, además, buscan homenajear a personalidades, no solo de la historia, la cultura y la sociedad hondureña —como Berta Cáceres—, sino de toda Latinoamérica.

Y Van Gun´s también retrata a personas de la tercera edad: "Puse énfasis en las personas mayores, ya que a esa edad son más vulnerables; siento que no les resulta nada sencillo establecerse dentro de determinados patrones y es como si tuvieran fecha de caducidad para diferentes grupos sociales, políticos y económicos. Creo que la vejez es más bien una posición, un estatus socialmente construido, producto de las formas ideológicas y de división del trabajo, y de la estructura de desigualdad vigente en cada sociedad. Hay desinterés por parte del Estado y sus instituciones, que no son garantes ni protectores de los derechos de estas mujeres y hombres. Envejecer en nuestro contexto, como país, es aproximarse a una muerte decadente".

Máscara funeraria Calakmul 

La sencillez y la calidez de Van Gun´s son características de una persona agradable y sensible. Su conocimiento de lo ancestral, el trazo vinculante con lo contemporáneo, y los nexos con lo popular y urbano en su obra, lo convierten en un artista destacado.

Semanas atrás publicó en su perfil fotos de un nuevo óleo sobre lienzo: "La máscara funeraria de jade de Calakmul", que sirve de referencia para entender la mirada de un talento que vale la pena conocer.

Las orejeras de la máscara tienen la forma de una flor de cuatro pétalos, que representa el modelo del cosmos mesoamericano. Según el cual al inicio de los tiempos el mundo fue delimitado por cuatro esquinas, cuatro lados y un centro. Este espacio sagrado conecta los tres niveles del universo: el celeste, el terrenal y el inframundo. 

Los colmillos bajo las orejeras de jade son de una serpiente que se hace presente en la máscara para evocar el plano celeste. Serpiente y linaje sagrado comparten la misma noción.

Las aplicaciones en la nariz y la boca de la máscara representan el aliento esencial del espíritu, la exhalación del soberano al trascender la muerte. 

La mariposa, un ser en continuo estado de transformación, signo tangible del ciclo de la vida.

Los dos granos de maíz en la parte superior: el soberano, al morir, se convertía en semilla sembrada en la Montaña Sagrada para resurgir como deidad del maíz asegurando el sustento de su pueblo. 

"La cosmogonía maya no es un pensamiento lineal. En ella, la naturaleza y la divinidad, lo animal y lo humano, la vida y la muerte son planos que se entrelazan y conviven continuamente".

***

En las notas apuntadas en mi diario de viaje la noche posterior a mi encuentro con Van Gun´s, me preguntaba: ¿Cómo hacer para que el relato de estos días no derive en un mero registro notarial? ¿Cuáles palabras debo usar para que las sensaciones, sus testimonios, mis notas no se oxiden en una página impresa o se diluyan en la virtualidad? ¿Qué trazo narrativo describirá con precisión qué hay en el corazón de un joven muralista que hace dedo para llegar a un pueblo y retocar —sin intereses económicos— una valiosa obra que se descascara?

Tal vez las palabras de la anciana que se acercó para saludar al artista cuando restauraba el mural de Los caducados sean una respuesta suficiente: "Esto es precioso, querido; me hace muy bien ver tus pinturas cada vez que paso por aquí. Es arte de verdad, del que sana". 

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