I
Si México empieza en Tijuana, según el lema de aquella ciudad, entonces Latinoamérica da inicio en McAllen. Esta idea me surge mientras recorro, virtualmente, la exposición de arte Uncovered Spaces, visitable del 26 de marzo al 10 de julio en el International Museum of Art & Science (IMAS). Un bonito museo multidisciplinar en la esquina de la avenida Nolana y el bulevar Bicentennial que hace 12 años recibió una réplica de una cabeza olmeca de parte del Gobierno de Veracruz. Lo cual no debe sorprendernos: McAllen es una aliada estratégica por donde pasan muchos productos veracruzanos. Además de estar hermanada con varios municipios mexicanos, entre ellos Reynosa por quedar a tiro de piedra.
McAllen es una pequeña ciudad en el extremo sur de Texas con apenas unos 150 mil habitantes, fundada en 1904 y cuya economía se relaciona principalmente con la industria maquiladora y la presencia de empresas multinacionales. A últimas fechas también se ha dedicado a desarrollar su potencial como centro de intercambio intelectual, creativo y cultural entre los hemisferios norte y sur. Detrás de tales esfuerzos se encuentran el IMAS y el Centro de Artes Latinoamericanas de la Universidad de Texas Valle del Río Grande (UTRGV), instituciones organizadoras de Uncovered Spaces.
Si México empieza en Tijuana, según el lema de aquella ciudad, entonces Latinoamérica da inicio en McAllen.
Mientras que el IMAS se ubica en McAllen, el Centro de Artes Latinoamericanas (donde trabajan por formentar el orgullo latinoamericano e ibérico más allá de las fronteras) tiene sus sedes en Edinburg y Brownsville. Las tres ciudades en la región conocida como el Valle del Río Grande.
Raheleh Filsoofi, de la Universidad Vanderbilt, dice al respecto: “Como artista y docente que ha vivido y trabajado en El Valle por más de cuatro años he visto el impacto de este lugar en mi propio desempeño profesional. Mi historia como inmigrante fusionada con las historias de mucha gente de aquí me ha dado una perspectiva esencial sobre el panorama político del país”.
Raheleh, de sonrisa discreta, es la curadora de Uncovered Spaces, donde participan 14 artistas y académicas de diferentes partes de Estados Unidos y Latinoamérica. Todas mujeres y/o parte de la comunidad LGBTQIA+. Una muestra que supone una oportunidad bien valiosa para preguntarse por la función real y simbólica de las fronteras. ¿Cuáles son los límites de una identidad, por ejemplo?
El sur de Texas parece un buen lugar para plantearse este tipo de inquietudes.
La exposición de arte Uncovered Spaces, visitable del 26 de marzo al 10 de julio en el International Museum of Art & Science (IMAS).
II
Latinoamérica es mujer, eso es fácil de intuir. Lo que tal vez no se mencione tanto es su carácter queer. Yo puedo hablar por México. A pesar del machismo imperante –o acaso por eso– ahí están los muxes en Oaxaca, las amas de casa cantando con fervor a Juan Gabriel, los hombres vestidos de mujer en un sinnúmero de fiestas patronales…
Cada vez que atestiguo fenómenos así no puedo evitar preguntarme por los supuestos límites entre una identidad de género y las otras. Hay quien cree que LGBTQIA+ tiene demasiadas siglas, yo pienso que faltan. La clave está en el +. Lo mismo ocurre con los países. ¿Puede una frontera moldear una nacionalidad? La línea que separa mi país y Estados Unidos lleva siglos demostrando que no.
Latinoamérica empieza en McAllen, decía. Hacia el sur, pero también en otras direcciones.
Una muestra que supone una oportunidad bien valiosa para preguntarse por la función real y simbólica de las fronteras. ¿Cuáles son los límites de una identidad, por ejemplo?
Lo anterior se confirma cuando uno conoce el trabajo de las creadoras de Unconvered Spaces, una de las exposiciones de arte más importantes de los últimos años en el sur de Texas, la cual pretende alcanzar públicos más allá de la frontera, por ejemplo en el noreste de México.
La directora de la exposición Katherine Moore McAllen, de la UTRGV, admite que entre sus objetivos están “hacer de este mundo en el que vivimos, en la frontera con México, un lugar más dinámico y hermoso” y “crear una comunidad de artistas mucho más fuerte con redes de intercambio entre artistas de Estados Unidos y Latinoamérica”.
Uncovered Spaces es una exhibición y serie de eventos (presentaciones, charlas, performances, visitas a estudios y más) que explora la experiencia cotidiana de las artistas y académicas participantes y su relación con conceptos como género, identidad y normas sociales. “Un homenaje –continúa Raheleh– a aquellos curadores y artistas alrededor del mundo que se esfuerzan en abordar el sexismo, el racismo y la homofobia.”
Más aún, una reunión de rostros, manos y mentes que parecen concentrarse en una misma pregunta: ¿cómo repensar la identidad desde las diferentes formas de arte?
Tanto el tamaulipeco Carlos Limas, jefe de Diseño Gráfico y Medios del Centro de Artes Latinoamericanas de la UTRGV, como Ángela V. Scardigno, oriunda de Buenos Aires y coordinadora de Diseño Gráfico, Web y Comunicaciones del mismo organismo, han tenido la oportunidad de tratar personalmente a gran parte de las creadoras involucradas. Al respecto Carlos me dice: “Son gente muy alegre, amable y sencilla, con una gran disposición de intercambiar ideas”. Lo cual puede notarse, por ejemplo, en la mesa redonda en el Centro de Artes Latinoamericanas que sostuvieron seis de ellas el pasado 17 de abril (https://www.youtube.com/watch?v=gKd08HnS_g8&t=2s) para hablar de sus obras. Casi todo el rato sonriendo.
Un homenaje –continúa Raheleh– a aquellos curadores y artistas alrededor del mundo que se esfuerzan en abordar el sexismo, el racismo y la homofobia.”
“Ha sido inspirador ver cómo las artistas han logrado reunirse para crear un sentido de comunidad y apoyarse mutuamente”, confirma Katherine. Pero, además, al abordar temas de género, diversidad e inclusión, la exposición es capaz de crear un vínculo bastante fuerte con los habitantes del Valle, especialmente los estudiantes.
Este es un proyecto basado en la comunidad. Una comunidad que ahora cuenta con un espacio seguro para abordar temas peliaguados: tráfico de esclavos, migraciones, transformaciones de la identidad indígena, creencias religiosas opresivas… Todo traducido en 21 obras, entre performance, video, instalacion, pintura, fotografia, escultura y grabado.
O más que peliagudos, temas serios que apelan la identidad colectiva e individual. Veamos qué piensa la curadora al respecto:
–¿De qué manera crees que una exposición sea capaz de ofrecer una reflexión en torno a la identidad?
– Las exposiciones de arte pueden jugar un papel crucial para proveer espacios que reconsideren la identidad y temas afines. También para incluir voces de artistas mujeres, de color, LGBTQIA+, discapacitadas e indígenas. Igualmente y como extensión de una exhibición de arte puede haber discusión sobre raza, género y sexualidad entre los artistas y el público a través de talleres, charlas y mesas redondas. El tema de la identidad está continuamente evolucionando y cada muestra arroja una luz única sobre este tema otorgando nuevas perspectivas.
–¿Qué tanto es posible reconciliar la identidad con la inclusión? Algunos pueden pensar que una identidad está basada en la exclusión de otras identidades, ¿esto es así?
–Yo creo firmemente que negociar y abordar la identidad desde una perspectiva social crítica puede contribuir a la inclusión. A partir de reunir voces diversas, se pueden diseñar espacios que exploren las diferencias y coincidencias entre las personas, de forma que se logre una plataforma para desarrollar una voz colectiva. El activismo artístico por medio de prácticas curatoriares innovadoras ayuda a entender y repensar la identidad. La idea es destacar a artistas cuya práctica cuestione y rete las implicaciones del tema, que son muchas. Lo cual crea oportunidades para que las comunidades examinen su perspectiva y expandan su conciencia.
Las exposiciones de arte pueden jugar un papel crucial para proveer espacios que reconsideren la identidad y temas afines. También para incluir voces de artistas mujeres, de color, LGBTQIA+, discapacitadas e indígenas.
III
La curadora Raheleh Filsoofi y la directora Katherine Moore McAllen con estudiantes de las escuelas públicas de Brownsville y San Juan, en la galería.
Para aterrizar estas reflexiones profundas, tomemos el caso de María Magdalena Campos-Pons, artista cubana con residencia en Nashville. Finding Balance es el título de su pieza para Uncovered Spaces. Compuesta en 2015 a partir de 28 fotografías Polaroid, lo primero que llama la atención, aparte del gran formato, es su elegante tono bicolor: azules y rojos que hacen pensar en las banderas estadounidense y cubana. Lo cual no extraña tratándose de alguien que tiene el foco puesto en la memoria y la identidad, y en las historias relacionadas con el tráfico de esclavos.
En la página de la UTRGV utrgv.edu/claa/exhibitions/uncovered-spaces, María Magdalena deja clara su postura artística: “Yo reclamo espacios para asuntos femeninos, recoger y relatar historias de gente olvidada para incentivar un diálogo que ayude a un mejor entendimiento”. En esto lleva trabajando más de 35 años a través de video, performance, fotografía y escultura. Muchas veces con el término “poscolonialismo” entre ceja y ceja.
Luego tenemos a Wendy Red Star, nacida y criada en una reserva indígena al sur de Montana y con sede actualmente en Portland, ciudad con una escena artística prominente. Y cuando digo “indígena” yo me refiero al pueblo crow, duchos cazadores de bisontes en tiempos antiguos. Un pueblo orgulloso y guerrero. ¿Cómo se refleja esta herencia en el presente de Wendy? Ella lo expresa de la siguiente manera en el catálogo de la exposición:
Obra de Wendy Red Star.
Tengo un recuerdo vívido de cuando tenía cinco años: el color escarlata brillante de mi elk tooth dress [vestimenta femenina de uso ceremonial que identifica el estatus familiar y las habilidades de caza de quien lo porta] y el diente de alce brillante en mis manos. Aún puedo verlo en mi mente y sentirlo en mi tacto. Lo evoco a menudo. De adolescente usé un elk tooth dress de color verde como princesa para la feria anual crow. El vestido tiene un poder: te hace sentir fuerte y regia.
Yo reclamo espacios para asuntos femeninos, recoger y relatar historias de gente olvidada para incentivar un diálogo que ayude a un mejor entendimiento”.
De carácter colorido y autorreferencial, las piezas de Wendy, quien apenas rebasa los 40 años, parecen apelar a un gran público: su cuenta de Instagram tiene más de 22 mil seguidores, con todo y que únicamente ha compartido 15 fotos. Su obra exhibida en Uncovered Spaces es muy hermosa: Apsáalooke Feminist #1. En ella queda patente su preocupación por los pueblos nativos de Estados Unidos y su confluencia con la estructura colonialista vigente. Y, claro, el vínculo intergeneracional de los crow.
Pero pasemos adelante para situarnos frente al trabajo de Margarita Cabrera, de Monterrey, aunque residente en la ciudad fronteriza de El Paso. Un lugar en medio, como el título de su proyecto, Space in Between, del cual sale esta pieza de 2016 hecha con tela de uniforme de policía fronterizo, alambre de cobre, hilo y una maceta de terracota. El resultado impresiona: un nopal que condensa con fuerza los temas que más le interesan: la identidad cultural, la migración, la violencia y la frontera entre México y Estados Unidos. Es una de las obras más fotografiadas por los visitantes de Uncovered Spaces, según me informan.
Space in Between –traducción de Nepantla, topónimo en lengua azteca que significa “lugar en medio”– es un proyecto colaborativo que opera en forma de taller de costura y bordado, inspirándose en las técnicas artesanales del municipio de Tenango de Doria, en el estado mexicano de Hidalgo, y en la cultura otomí.
Otra regiomontana en la exposición es María Fernanda Barrero, quien nos presenta tres obras de 2018, entre las cuales destaca la más pequeña, A far away storm, fabricada a base de hilos y cera de abeja sobre aluminio. Su intenso color azul provoca que uno piense en las sonatas de Schubert, pero en versión remezclada. No me pregunten por qué. Así es el arte, cada persona lo experimenta distinto.
El uso del color azul no es infrecuente en su trabajo, acaso una evocación de los cielos muy altos de su ciudad natal, donde vive. Por si las dudas pregunto:
– El azul es una constante en tu trabajo, ¿por qué?
– No es tanto el azul, sino cualquier color en estado monocromático o cercano a la monocromía. Cuando alguien acumula una gran cantidad de papel blanco, ésta tiende a reflejar tonos violetas, azules o cian porque el papel industrial es tratado con una pequeña cantidad de tintes en esos tonos para compensar su amarillamiento natural. Estas tonalidades azuladas me llevaron a investigar más sobre el color azul. Hay una frase muy hermosa del astronauta Chris Hadfield que ser refiere a la atmósfera terreste y su capacidad de albergar vida como “una delgada línea azul”.
Su intenso color azul provoca que uno piense en las sonatas de Schubert, pero en versión remezclada. No me pregunten por qué. Así es el arte, cada persona lo experimenta distinto.
– He leído que tu trabajo se basa en dos axiomas: todo lo que existe es parte de una unidad y es una unidad en sí misma, y la vida no es un mecanismo fragmentado, sino un organismo multifacético. Si esto es así, ¿cuáles crees tú que sean los límites de una identidad?
–Yo creo que la identidad, al menos la mía, está formada por el vínculo que se tiene con el contexto en donde vive. Es decir, somos lo que somos por el lugar donde existimos. Somos bípedos y omnívoros porque vivimos en este planeta. Lo mismo aplica para una nacionalidad, un grupo étnico, etcétera: siempre se depende de un contexto determinado. Por otro lado, cada quien tiene una dosis de individualidad, obviamente, dada por una combinación única de personalidad, conciencia y percepción.
–¿Cómo puede el arte ayudar a repensar la identidad?
– Para mí el arte es fundamental para pensar y repensar cualquier cosa, incluyendo la identidad. Yo veo el arte y cualquier practica creativa como una forma de investigación, reflexión y diálogo que contribuye a la conciencia y la comprensión de una misma y su contexto.
A far away storm, fabricada a base de hilos y cera de abeja sobre aluminio, una obra de María Fernanda Barrero.
Esta última respuesta me hace pensar en el vigor que comunican las fotos de la colombiana Natalia Arbeláez, nacida en Miami y viviendo en Nueva York.
Passages of Abscence recrea una serie de episodios relevantes para su país de origen: acontecimientos, mitos, rituales y personajes de índole histórica y cultural que traspasan fronteras y se vuelven universales para quien los mira. ¿Puede una identidad indígena perderse a consecuencia de una conquista?, ¿cómo se preserva una tradición en la memoria colectiva? Son el tipo de preguntas que uno se plantea a partir de la narración de historias –ora surreales, ora con una pizca de humor– que es el arte franco de Natalia. Un arte muy latinoamericano. Y muy mestizo, se podría decir.
Detalle de la obra de Natalia Árbelaez.
A propósito de esta palabra, Natalia tiene mucho que decir:
– El término “mestizo” tiene distintos matices en Sudamérica con respecto a Centroamérica. Creo que en Sudamérica es importante usarlo para referirse a la historia indígena que ha sido borrada y negada. He pensado mucho en esto. En cómo usar las palabras para reconocer en mí cuantas identidades sea posible. Mi trabajo me ayuda a retratar todas estas identidades a través de presentar diferentes capas de historia. Yo hago referencia, por ejemplo, al arte precolombino de la región de los Andes de Colombia y Perú. Esto puedes verlo a través de la máscara de oro que alude a la máscara mortuoria de los muisca. Me gusta relacionar esto con la mayólica que trajeron los españoles en el siglo XVI: en mi trabajo este tipo de piezas simboliza la colonización en cuanto a que esconde una rica arcilla debajo. En específico me gusta hacer referencia a las montañas de Colombia, la gente que vive allí y los granjeros colombianos. Muchas de esas imágenes provienen de caricaturas estadounidenses. Prácticamente esta es la única forma en la que yo me identifico con Estados Unidos, que crecí viendo televisión. También escuchando drum and bass y otros ritmos que se relacionan con mi experiencia en Miami. No es común hablar de estas identidades a gente o medios de comunicación que sepan de lo que hablo. Mi obra me ayuda a describir todas estas experiencias que transcurren en un tiempo no lineal.
¿Puede una identidad indígena perderse a consecuencia de una conquista?, ¿cómo se preserva una tradición en la memoria colectiva? Son el tipo de preguntas que uno se plantea a partir de la narración de historias –ora surreales, ora con una pizca de humor– que es el arte franco de Natalia Arbeláez.
Por último, echemos un vistazo al trabajo de Zac Thompson cuyos pronombres de elección son neutros al no ser binaria su identidad de género. Para Uncovered Spaces elle trabajó con cámaras fotográficas desechables, tarjetas postales, glitter, plumas de ave, acrílico y otros materiales –esto es, sin fronteras– a fin de generar una cierta extrañeza, como esas cosquillas que producen incomodidad o al revés. Al menos eso me pasó a mí. Yo no provengo de una familia evangélica de índole opresiva –“miope”, aclara Zac– como la suya, no obstante su trabajo logra involucrarme.
Zac misme cuenta que al interior de su contexto familiar no tuvo otra opción que construirse un mundo queer propio que le ayudó a expandir sus estructuras normativas. Esto a través de combinar dibujos, fotografía, fanzines y performance juguetonamente. Un mundo propio donde ahora, como adulte, es capaz de recibir a más gente.
El arte es un puente hacia distintas orillas.
IV
Ojalá pudiera revisarse detenidamente a cada una de las artistas y académicas que integran esta muestra en McAllen. Yo vería dos problemas: la extensión del artículo, que casi se convertiría en libro, y los spoilers para el visitante. No es mi intención agobiar, antes bien antojar.
Una mejor idea es visitar el IMAS antes del 10 de julio, en caso de tener chance, o indagar en Internet sobre el trabajo del resto de las creadoras: la muy experimentada Vesna Pavlović, Jana Harper (“una persona muy abierta”, la describe Carlos Limas), Melissa Potter (artista, curadora y escritora que recomiendo seguir de cerca), la angelina de origen iraní Daisy Patton, Erika Diamond, Lauren Sandler que contribuyó con tres piezas, la académica Rebecca VanDiver y Linda Behar.
O preguntarle a alguien que haya visitado Uncovered Spaces presencialmente, como la curadora mexicana independiente Emireth Herrera Valdés, quien me comparte su opinión:
– El espacio es muy grande y la iluminación permite que el visitante pueda disfrutar de la exposición. Un aspecto interesante es que la muestra no está segmentada, sino que el espacio además de amplio es versátil. Una de las piezas que más me llamó la atención es la de Erika Diamond, Eggshell Garment for Hugging II (2015), por la fragilidad de los cascarones y el hecho de ser un traje.
O a la mismísima Linda Behar, artista venezolana que lleva más de 20 años viviendo en Estados Unidos:
– La primera impresión que recibe el visitante está conectada con la expectativa de cada quien. Cuando yo vi la exposición me pareció fantástica. Los conceptos de las obra presentadas y la destreza de los artistas es excelente. Las obras están expuestas de tal manera que cada una tiene la importancia que merece, entre ellas hay espacio suficiente para que puedan brillar y todas habitan el espacio de manera armoniosa.
–¿Qué sentiste al ver tu pieza, 385-miles?
– Quedé muy complacida. La obra se ve hermosa y creo que logra reflejar su concepto, que es celebrar la valentía de las cinco millones de mujeres en la India que protestaron en 2019 por sus derechos formando una fila de 385 millas. El día de la inauguración hubo personas que se interesaron por el colorido y lo intrincado de mi trabajo, al grado de que quisieron leer más en el catálogo de la exposición.
A decir verdad, el involucramiento de la comunidad con Uncovered Spaces ha sido verdaderamente muy grande. Con relación a esto, Katherine me cuenta:
– Desde el principio Raheleh y yo hemos querido conectar con los estudiantes de las escuelas públicas, en específico con jóvenes artistas que estén cursando el high school. Así, hemos conseguido involucrar a exalumnos que ahora son profesores en Brownsville, San Juan y McAllen, quienes a su vez animan a sus alumnos a visitar el IMAS, crear arte y establecer un diálogo con los artistas de la exposición. Un ejemplo es la muestra de arte estudiantil Student Crossroads: Contemplating Uncovered Spaces, que inauguramos el 19 de mayo en el IMAS con la ayuda de Cristina Correa, de Idea San Juan, y Fatima Lai, de Rivera Early College High School en Brownsville, ambas exalumnas de la UGTRV. Esta exposición tocó temas tan importantes como las normas de género, las expectativas de la sociedad en cuanto a la belleza idealizada, el estrés a causa de la pandemia, el impacto de nuestros ancestros en la identidad y la confianza de expresar públicamente las relaciones LGBTQIA+. Fue una experiencia hermosa e inspiradora.
En resumidas cuentas, Uncovered Spaces ha sido un lugar seguro para que las audiencias jóvenes expresen sus ideas creativamente a través del arte.
Esta exposición tocó temas tan importantes como las normas de género, las expectativas de la sociedad en cuanto a la belleza idealizada, el estrés a causa de la pandemia, el impacto de nuestros ancestros en la identidad y la confianza de expresar públicamente las relaciones LGBTQIA+.
Y para una exposición no hay nada más satisfactorio que conectar con un público interesado, curioso y con afán de implicarse. Justo como los lectores amables que han llegado hasta aquí y a quienes en agradecimiento deseo compartir mi interpretación de este naipe descubierto que es Uncovered Spaces: para dejar al descubierto los espacios que hagan falta no es necesario abarcar tanto. Basta con indagar en la propia identidad y compartirla. La clave está en el +.
¡Pero qué ganas de conocer otros puntos de vista!