Relatto | El cuento de la realidad
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Cuando era pequeño, recuerdo que mi abuelo se levantaba a las cinco de la mañana y, después de un rato, sintonizaba la radio del pueblo. A esa hora, mientras mi abuelo hacía las tortillas, las noticias se escuchaban por todo el pueblo y en otras comunidades y municipios cercanos que yo desconocía. El olor del desayuno desprendía un aroma exquisito que me levantaba al ritmo del cacareo de los gallos y de las cortinillas de la radiodifusora para presentar las noticias de los avisos comunitarios: un vaca perdida, alguna junta ejidal o el fallecimiento de un paisano para acudir al rezo en su memoria. 

Los habitantes de San Lucas Ojitlán, en el estado de Oaxaca, se preparaban para un nuevo día e ir a chapear (cortar maleza) al campo desde las seis de la mañana. Las tiendas de abarrotes abrían a esa hora porque la gente iba a comprar azúcar, café y algunas galletas o huevos para el desayuno. 

Pero 2020 sería un año diferente para el pueblo de Ojitlán. Esta vez, debido a la llegada del covid-19 a nuestra tierra, las actividades cotidianas cambiarían drásticamente para adoptar medidas sanitarias de distanciamiento social. 

Para San Lucas Ojitlán la pandemia llegó de sorpresa, la gente no estaba preparada para lo que vendría meses después; las autoridades municipales, apenas tenían un vago conocimiento del virus y se vieron en la necesidad de parar sus habituales actividades para dar una respuesta ante la contingencia sanitaria. Sin embargo, adultos y jóvenes no tomaron las medidas necesarias en un principio, como relató la regidora de salud Petra Régules en una entrevista:

“Cuando empezó la pandemia del covid-19, el jefe de la jurisdicción número tres de Tuxtepec nos citó a una reunión, donde nos informaron que ya habían varios casos de contagio en Oaxaca. Nos llamaron a la reunión como autoridad municipal (de San Lucas Ojitlán), para difundir la información al pueblo chinanteco de Ojitlán a través de voceo en camionetas y en la radio de Ojitlán en español y en chinanteco. Trajimos la información con la presidenta municipal Alicia Moreno Pereda para empezar a difundir sobre este virus a los ejidos y las comunidades de Ojitlán. El doctor Pedro Ventales nos dio la plática en español y yo traduje al idioma chinanteco”. 

Para San Lucas Ojitlán la pandemia llegó de sorpresa, la gente no estaba preparada para lo que vendría meses después; las autoridades municipales, apenas tenían un vago conocimiento del virus y se vieron en la necesidad de parar sus habituales actividades para dar una respuesta ante la contingencia sanitaria.

Según datos del blog del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, en algunas comunidades indígenas, con respecto al acceso a los servicios de salud, 9 de cada 10 de sus integrantes son afiliados al Seguro Popular, el 12,8% de las viviendas carecen de agua entubada, el 26,9% no cuenta con servicios de saneamiento y el 4,4% no dispone de luz eléctrica. También, el 13,9% de las viviendas indígenas son de madera o de lámina con piso de tierra. 

La regidora afirma que la gente del pueblo en un principio no hizo caso a las medidas que se le pidieron, en especial los jóvenes, hasta que vieron, poco a poco, morir sus familiares. Fue entonces fue cuando se hicieron más conscientes de la situación y se pusieron los cubrebocas. La población adulta tampoco creyó mucho en esta situación porque, a través de cierta desinformación en Facebook, se decía que se trataba de manipulación del gobierno para eliminar a los viejitos. 

“La sanitización siempre se hizo —comentó la regidora—.En un principio empezamos con agua y cloro, el doctor nos dijo que con eso podríamos sanitizar, él lo investigó”. Y aclaró que la sanitización no olía mal, que incluso era un líquido tipo para desinfectar verduras que había adquirido la presidenta. Pero que aun así los habitantes se molestaban continuamente por estas jornadas. 

Hoy, la radiodifusora de Ojitlán transmite contínuamente todo lo relacionado con el covid-19 en lenguas indígenas como mazateco, cuicateco y en español y logra llevar sus mensajes a otras comunidades de los estados de Oaxaca, Veracruz y Puebla donde habitan indígenas chinantecos, mazatecos, cuicatecos, zapotecos, náhuatl, mixes y mixtecos.

Este año, el pueblo de San Lucas Ojitlán, donde las mujeres todavía visten huipiles con bordados rojos y los habitantes en general se dedican a la gandaría y la pesca, poco a poco ha retomado sus actividades pese al riesgo que todavía subsiste. 

Estas son algunas de las imágenes que tomé de su gente durante este difícil tiempo.

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