Relatto | El cuento de la realidad
Relatto | El cuento de la realidad

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Realicé este trabajo en dos etapas, en dos viajes distintos a Senegal, con tres años de diferencia. El primero de ellos, en el año 2012, fue más de exploración, cuando recién estaba dando mis primeros pasos en fotografía documental. Fue entonces cuando descubrí a los talibés, la historia de miles de niños convertidos en esclavos con la excusa de recibir una educación coránica. Me pareció estremecedor, uno de los mayores casos de explotación infantil a gran escala avalada socialmente en un país. En ese primer viaje solo tomé algunas fotos contextuales y de algunos niños pidiendo dinero en las calles. En el segundo viaje, en el año 2015, regresé con el objetivo concreto de contar la historia y de allí nace el grueso del material de este trabajo.

En Senegal la inmensa mayoría de la población, alrededor del 94%, es musulmana practicante, sus habitantes son principalmente miembros de hermandades sufíes quienes dan un gran valor a las relaciones maestro-discípulo. Los talibés, por su parte, son niños que estudian el Corán, y cuyos padres no tienen recursos para poder alimentarlos y educarlos, razón por la cual son enviados a escuelas coránicas o instituciones religiosas informales llamadas daaras, donde son internados a tiempo completo bajo las órdenes de un morabito, quien ejerce el rol de maestro del Corán y líder religioso.   

Fue entonces cuando descubrí a los talibés, la historia de miles de niños convertidos en esclavos con la excusa de recibir una educación coránica.

Esta práctica tiene su origen en un sistema de relaciones sociales basado en la solidaridad: los niños eran ingresados para su educación y comían de lo que proporcionaban los campos del morabito, quien a cambio era ayudado por los estudiantes en labores agrícolas y de la casa, actividades que también formaban parte de la preparación del discípulo. 

En una parte del país las daaras y sus morabitos realizan una práctica equilibrada, continuando con los códigos tradicionales. Allí los niños acuden, sin abusos, a las daaras para formarse, alimentarse y aprender el Corán. Sin embargo, en los grandes centros urbanos muchas daaras se han trasformado en presidios de explotación infantil, donde reclutan niños del ámbito rural para ser supuestamente educados, separándolos e incomunicándolos de sus padres y obligándolos a mendigar diariamente. La mayoría de los morabitos de esos centros urbanos fijan cuotas mínimas de dinero que los niños deben cumplir por día, imponiendo tremendos castigos y palizas en caso de incumplimiento. 

Estas daaras son normalmente casas muy precarias semiabandonadas, donde tienen a los niños en condiciones infrahumanas, mal alimentados, durmiendo apilados en el suelo de habitaciones pequeñas, sin acceso a agua potable, haciendo sus necesidades en los mismos espacios donde deben bañarse, contrayendo sarna y otras enfermedades infecciosas. Los niños son a menudo azotados y encadenados, recibiendo todo tipo de maltratos, golpes y abusos físicos y sexuales.  

Sin embargo, en los grandes centros urbanos muchas daaras se han trasformado en presidios de explotación infantil, donde reclutan niños del ámbito rural para ser supuestamente educados, separándolos e incomunicándolos de sus padres y obligándolos a mendigar diariamente.

La mayoría de los talibés esclavizados son de Senegal, pero el negocio ha generado un gran mercado de trata en Guinea-Bisáu y otros países vecinos. Los jóvenes talibés provienen con frecuencia de entornos socioeconómicamente desfavorecidos y son presa fácil de personas sin escrúpulos. Casi cualquiera hombre con ciertos conocimientos del Corán puede abrir una daara, ya que no están sujetos a ninguna normativa por parte del Estado. Pero, lo más increíble de todo es que los niños son entregados a las daaras por los propios padres y familiares porque, en ocasiones, resulta ser un modo legalizado y aceptado socialmente de no hacerse cargo de ellos. Aunque también, en muchos casos, las familias actúan desde la ignorancia y la necesidad, amparadas en la tradición social y en las creencias religiosas, a la espera de que sus hijos puedan ser formados en el Islam.  

Se estima que en Senegal hay más de 100.000 niños talibés esclavizados, según datos de Human Rights Watch. Es fácil reconocerlos en las calles porque siempre utilizan latas para mendigar.

Esta serie fotográfica ya tiene 6 años, pero continúa siendo de gran actualidad, porque si bien hay organizaciones sociales locales e internacionales que se oponen a estas prácticas, luchan por erradicarlas del país y recuperan a muchos niños, la explotación y el tráfico infantil en la región ha crecido en los últimos años. 

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