Relatto | El cuento de la realidad
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Si hablo del fotógrafo Dorian López, no a mucha gente le sonará el nombre. En cambio su user de Instagram es ampliamente conocido por al menos cincuenta y cinco mil followers, cantidad aproximada que aumenta todos los días.

Decir que @mexicanomx es un fenómeno de Internet es quedarse corto. ¿Un hito de la fotografía como disciplina artística? Esto se acerca más, pero lo suyo es el retrato de calle específicamente. Se trata más de un acontecimiento irisado, multiforme, como los imponentes atardeceres del estado de Aguascalientes, en el centro de México. Aquí nació y creció Dorian, con residencia hace década y media en la colonia Roma de la capital del país.

En gran medida, él es responsable de que el concepto de belleza física que se tiene del mexicano vaya evolucionando en la mente de muchos profesionales de la moda y medios de comunicación, e inexorablemente en la opinión pública. Un impacto que no se mide con números y del que primero se dieron cuenta en el extranjero: The New York Times, El País, una pieza en LaPauGallery en Los Ángeles…

¿Por qué rara vez vemos a personas de tez morena en la publicidad en México? ¿A qué se debe que tantos connacionales relacionen un tono de piel claro con una buena apariencia? Este es el tipo de reflexiones que dispara el proyecto fotográfico de Dorian, contundentemente titulado Mexicano.

El fotógrafo Dorian López frente a uno de sus retratos en Aguascalientes.

De mediados de noviembre a finales de 2021, el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) Región Centro exhibió decenas de fotos de Mexicano en diferentes espacios públicos de la ciudad de Aguascalientes. Nada menos que la primera exposición individual de Dorian. Tenía que ser en su tierra. Para ello se montaron imágenes de gran formato en el exterior de centros culturales, librerías, museos, edificios públicos y establecimientos comerciales céntricos. Rostros de compatriotas que el fotógrafo de 41 años viene capturando desde 2016 en variopintas partes del país y que parecen decirnos: “Nosotros también somos los mexicanos, sobre todo nosotros”.

El CIDE Región Centro lo sintetiza de la siguiente manera: “El fotógrafo, oriundo de Jesús María [pueblo aledaño a la ciudad de Aguascalientes], ha intentado expresar a través de esta exposición una nueva forma de crear fotografía fuera de los cánones o estereotipos comunes. Es por ello que en sus recorridos ha fotografiado la realidad que viven millones de personas al día en México, la cual no es representada en las muestras artísticas convencionales”.

Pero ¿qué tiene que decir Dorian al respecto? ¿Qué opina, siente y sueña este mexicano de alcance mundial que lo mismo colabora con marcas como H&M, Mugler, Nike y Vogue —con modelos que difícilmente voltearían a ver sus colegas— que con músicos como Natalia Lafourcade, Carla Morrison y Julieta Venegas?

Quedo de verme con él un par de noches antes de que acabe el año para sostener una conversación íntima y franca, sobre las gradas de la Exedra, monumento en la Plaza de la Patria que, según creencia popular de los aguascalentenses, marca el centro geográfico del país. Más o menos como el kilómetro cero de la Plaza del Sol en Madrid, pero sin reconocimiento oficial.

—¡Vienes vestido de cholo! —le digo a Dorian.

–Soy un cholo de la Roma, bañadito y sin tatuajes [risas]. La estética del cholo me seduce mucho, me parece súper sexy y elegante. Es la moda que me hace sentido ahora. ¡Además tengo un pegue..! Sobre todo en la Ciudad de México. Allá un cholo no da miedo. En Aguascalientes hay mucho estigma, los taxistas no quieren levantarme. El otro día para la inauguración del CIDE llegué vestido así y mi mamá estaba infartada. Ella siempre ha dicho: “Qué feo se visten los cholos”. Pero yo le hago ver que este atuendo es como los trajes típicos que vemos en los bailables, sólo que en el México contemporáneo. El cholo tiene su cultura, sus bailes y un gusto musical súper interesante.

Lo que ve Dorian López en su cuenta de Instagram.

Quien desee conocer los gustos musicales de Dorian, que lo busque en Spotify como dorianulises. Allí dará con una playlist, Diciembre 2021, que incluye a Gábor Szabó, Lila Downs, Pato Banton, Juan Son, Sonido Gallo Negro, Juan Luis Guerra, Facundo Cabral y la Banda MS. Así de variada y sabrosa. ¿Música de cholo? De mexicano nomás.

Cabe acotar que un cholo, de acuerdo con la Real Academia Española, es en México “un indio que adopta los usos occidentales”. Pero el fotógrafo abunda al respecto: “Un cholo es como un pachuco: alguien de origen latinoamericano que quiere vestirse bien con poco dinero en Estados Unidos”.

Son alrededor de las ocho de la noche en el centro de Aguascalientes. No hace el frío que suele hacer los últimos días de diciembre. Numerosas familias pasean en la plaza en un ambiente impecable, casi anticuado, como en una de esas películas de Jaime Humberto Hermosillo de los años setenta que tanto le gustan a Dorian. La única diferencia, los cubrebocas y smartphones. Un niño se acerca a ofrecer dulces, peinadito y correcto. Dorian contesta que no con amabilidad sincera.

Aguascalientes tiene fama de ser un estado de gente buena. Lo lleva en el lema: Bona terra, bona gens, clarum cielum, aqua clara. Aquí es donde Dorian tiene más amigos, incluso más que en la Ciudad de México. “Aunque si tuviera hijos los criaría allá”, admite con inveterado acento regional, mitad calmado, mitad suspicaz. La capital es “una maestra, como la marihuana”. 

Nuestro niño sigue al pendiente, mirando furtivo. ¿Qué pensará de nosotros? Tal vez le llamen la atención la ropa holgada de Dorian, su pelo casi a rape, el discreto piercing en el lóbulo derecho.

Dorian califica de hermosa a la gente que vemos. Puede decirse que ese es el adjetivo que más usa. Le gusta observar. Cuando un rostro resuena en su corazón, pide permiso y dispara. No le busca tres pies al gato.

¿Ese será el secreto de su éxito? “No me considero un buen fotógrafo. Nunca voy a estar en Magnum y ese tipo de agencias. Lo que pasa con mis fotos es que logran emocionar y eso para mí es conmovedor y hasta me intriga”.

El fotógrafo, oriundo de Jesús María [pueblo aledaño a la ciudad de Aguascalientes], ha intentado expresar a través de esta exposición una nueva forma de crear fotografía fuera de los cánones o estereotipos comunes. Es por ello que en sus recorridos ha fotografiado la realidad que viven millones de personas al día en México, la cual no es representada en las muestras artísticas convencionales”.

Desde luego, también hay un aspecto erótico que cualquiera que pase más de cinco segundos en su Instagram será capaz de notar. “El ser humano es un animal muy bello”, asegura. “Y como animales somos seres sexuales. Yo no retrato la belleza de, por ejemplo, una Virgen. Mis imágenes están cargadas de una cosa sexual. Pero también hay ternura”.

—¿Y un discurso político?

—Muchas veces pasa que la gente se ve representada o empieza a reflexionar sobre sí misma. Hace poco se me acercó un chavito a decirme: “Tú me has enseñado a reconciliarme con mi físico”. Lo que para mí es extrañísimo, pues yo no ando tomando fotos para ayudar a nadie. Sólo me interesa registrar la belleza de los mexicanos y compartirla en Instagram. Eso es todo. Ni siquiera checo los comentarios que me dejan. Pero sí, claro que hay una postura política cuando retrato esos rostros. 

—¿Qué sabes de tus followers?, ¿dónde vive la mayoría?

—Obviamente en México, en un chorro de lados. Pero también en Estados Unidos. De hecho el éxito de Mexicano empezó allá, en Los Ángeles. Si lo piensas bien es normal. Aquí el racismo está permitido, todo el tiempo se dicen frases como “ese prieto está bien feo”, lo dicen mis tías, lo dice todo el mundo. Hasta cuando convivo con afromexicanos me doy cuenta de que el prieto está conforme con eso. En cambio en Los Ángeles mis fotos caen como anillo al dedo. Allá el racismo es un tema grave. Todo el tiempo los blancos les están recordando a los de origen mexicano: “Tú no eres de aquí, tú no eres digno, eres feo porque no eres como Brad Pitt”. ¡La primera vez que estuve en Los Ángeles yo era como Thalía o el papa [risas], la gente me reconocía en la calle! Pero yo prefiero pasar desapercibido.

—¿Cómo te va en Europa?

—Han sido los últimos en llegar. A los europeos sólo les importa Europa. Se la pasan tratando de expulsar a los inmigrantes.

El gusto musical de Dorian incluye Gábor Szabó, Lila Downs, Pato Banton, Juan Son, Sonido Gallo Negro, Juan Luis Guerra, Facundo Cabral y la Banda MS.

El águila de bronce atribuida al escultor Jesús F. Contreras otea discreta desde lo alto de la columna de la Exedra: el Palacio de Gobierno en la esquina sur poniente, residencia en antaño de los marqueses de Guadalupe; hacia el ocaso la Catedral barroca y esbelta, frente al restaurante Sanborns que antes funcionó como hotel; y al norte un sólido caserón del siglo XVI, la construcción más vieja de esta ciudad de aguas calientes, o sea termales, en el semidesierto. Ciudad de calles perdidas, sordas campanas y esquilas subterráneas, a decir de Víctor Sandoval, celebrado poeta local.

Detrás de la Exedra, una fuente dedicada a Manuel M. Ponce, músico crecido acá, que al igual que sus coterráneos Ramón López Velarde, José Guadalupe Posada y Saturnino Herrán, revolucionó el arte mexicano a inicios del siglo pasado. En el caso de los otros, la poesía, el grabado y la pintura respectivamente. ¿Sucede lo mismo actualmente con las fotos del chicahual Dorian López?

Chicahual es un gentilicio cariñoso para los nativos de Jesús María. Allí continúa viviendo la familia de Dorian. Al preguntar por ella, me contesta con la alegría que otorga ubicarse en el mero centro de México.

—¿Cómo fue tu infancia?

—Muy bonita. El pueblo era más tranquilo antes. Yo era muy vago y me escapaba diario a visitar a mis primos: me acuerdo mucho de Paquito, Lilí y de mi tía Eva.

—¿Qué opinan ellos de tus fotos?

—No les he preguntado.

—¿Ni siquiera a tu mamá?

—Ella es muy dura, muy estricta. Le tocó crecer en un rancho, Charco Azul [en el municipio aguascalentense de Asientos]. Afortunadamente ha tenido una larga vida. Es una persona muy buena, con un buen corazón. Me parezco a ella en cuanto a su dureza. Pero físicamente soy más como mi papá. Él era un señor muy guapo, sólo que me costó darme cuenta. El otro día soñé con él, que me ayudaba a rescatar a mis gatos y mis discos duros en el edificio donde yo vivo en la colonia Roma. El edificio se caía encima de casa de mi mamá, pero no por un temblor, sino por lo mal hecho que estaba.

Desde luego, también hay un aspecto erótico que cualquiera que pase más de cinco segundos en su Instagram será capaz de notar. “El ser humano es un animal muy bello”, asegura. “Y como animales somos seres sexuales. Yo no retrato la belleza de, por ejemplo, una Virgen. Mis imágenes están cargadas de una cosa sexual. Pero también hay ternura”.

No le pregunto por el significado del sueño. Tampoco recito estos versos que me sé de memoria: Cada día te pareces más a tu padre: / la misma nariz, / la misma nuca, el muro de cemento. También de Víctor Sandoval. Lo mejor es apagar la grabadora (bueno, la App), pues se hace tarde y el plan original es vernos con amigos en la cantina el Puerto de Mazatlán, entre ellos Saeed Pezeshki, dramaturgo aguascalentense con residencia en Bogotá, que también anda de visita en su tierra natal.

Mientras caminamos por la calle José María Chávez, Dorian me cuenta de los documentales del cineasta mexicano Eugenio Polgovsky, a quien admira especialmente. Y de las charlas que suele tener con sus modelos espontáneos. A todos les entrega una tarjeta con sus datos para que se pongan en contacto con él y entonces pueda enviarles su retrato como un obsequio por dejarse retratar. Con sorpresa me entero de que nunca ha vendido una foto de Mexicano. Pero un día su trabajo llegará a los museos y otro gallo le cantará. Pero pos sabe, como dicen en Aguascalientes.

De pronto pregunta —con su voz de bona gens— por qué se me ocurrió entrevistarlo. “Bueno, tú haces retratos de gente, yo me dedico a lo mismo”. Ambos pidiendo permiso, con la intención de documentar. Nadie roba ni se aprovecha de nadie. Contrario a lo que muchos jóvenes comienzan a plantearse en las redes sociales a resultas de una corrección política crecientemente excesiva. ¿Qué tan lícito es “explotar” la imagen de alguien en aras del arte? Llegará el día en que hacer foto de calle no sea posible, concluye el fotógrafo.

Una vez reunidos con los amigos, sale el tema de la comida local: tacos de colores, o sea de guisados; tacos de tripas, bien fritas al grado de quedar crocantes; los tacos de chorizo con marihuana y cerveza que venden al oriente de la ciudad; la birria del Mercado Juárez; los chocos, que son batidos de chocolate, fresa o vainilla, como malteadas, aunque menos espesas; bolillos (panes) rellenos de crema, cuerito y un chile serrano; y por supuesto las chascas o esquites, que son granos de elote cocidos con epazote —y tuétano, etcétera— en un vasito al que le agregan limón, chile piquín y mayonesa.

Todo tan memorable y tan simple. Como la estrictez de una madre, como el atardecer cotidiano, como los rostros que dejamos de ver por tenerlos cerca. Como los besos de los aguascalentenses. Pero esto lo dice Dorian volteando a ver a Saeed.


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