El mundo tiene los ojos puestos sobre Colombia. Desde el 28 de abril las calles de las ciudades del país se llenaron de manifestantes que salieron para mostrar su descontento por un proyecto de reforma tributaria que proponía el gobierno de Iván Duque. Sin embargo, el escenario cambió de repente. Lo que en principio estaba planeado como un paro nacional pacífico se tornó en una protesta violenta. Desde entonces, la confrontación no ha cedido: el país quedó envuelto en un torbellino de brutalidad. En estos oscuros días se han visto batallas campales que han dejado decenas de muertos y cientos de heridos, sobre todo jóvenes y estudiantes. Habrá que ver, en los próximos días, quiénes serán los responsables por estos actos de violencia. En todo caso, ha quedado claro el abuso de poder y la brutalidad de las fuerzas del Estado, pero también la presencia de violentos grupos vandálicos que no representan a los estudiantes y demás participantes en las protestas pacíficas originalmente planteadas. 

Este descontento no es nuevo ni apareció de la nada. Desde hace tres años, el fotógrafo bogotano Erick Morales ha cubierto las diferentes marchas que se han dado en Colombia desde el inicio del gobierno de Duque. Morales ha recorrido las calles junto a los inconformes. Su mirada ha sido la de la esperanza: busca retratar la aspiraciones que hay en estos jóvenes que salen a protestar por un país que no les ofrece un futuro. Pero en sus imágenes no hay violencia. Son escenas tomadas después de una cuidadosa observación. En sus fotografías aparecen las caras de los jóvenes que buscan una salida en medio de un país resquebrajado por las injusticias sociales.

Este ensayo fotográfico deja por fuera las escenas brutales y cuenta la historia de una generación que se ha visto obligada a expresarse. Y de ahí su valor: es un testimonio vivo de un momento histórico que cambiará a Colombia para siempre.

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Este ensayo fotográfico deja por fuera las escenas brutales y cuenta la historia de una generación que se ha visto obligada a expresarse. Y de ahí su valor: es un testimonio vivo de un momento histórico que cambiará a Colombia para siempre.

Seis meses después, y a pesar de las 72.725 muertes por COVID-19 registradas hasta esa fecha en el país, se convoca a una nueva jornada de Paro Nacional para protestar, entre otros, contra: la lentitud del plan de vacunación del Gobierno Nacional, la negativa a la solicitud de renta básica para los colombianos y el descontento general de los ciudadanos de cara a una reforma tributaria.