Relatto | El cuento de la realidad
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En medio de los restos quemados de lo que fue su casa ocupada, Mamadou grababa con su teléfono una de las miles de piedras desmenuzadas que formaban parte del edificio en el Gorg, situado en el área metropolitana de Badalona, Cataluña.

Ocurrió hace varios meses. Después de que el fuego ardiera y destruyera el campamento griego de Lesbos, otro incendio golpeó a los migrantes en Europa y mató al menos a cinco personas: Baye Gueye (Senegal), Fatoumata Drammeh (Gambia), Djoulde Allah (Gambia), Mame Thierno Wagne (Senegal) y Boubacar Hanne (Senegal), que vivían en un almacén ocupado en España con más de doscientas personas que llevaban más de diez años allí.

Le dijimos algo así como "Eh, lo siento, somos periodistas" y Mamadou nos respondió "No puedo explicarlo ahora mismo. No puedo explicarles lo que sentí. Yo vivía en la nave, soy un superviviente del incendio. A lo mejor puedo volver a dar este testimonio dentro de unos días si me veo capaz... o dentro de una semana. Ahora mismo solo quiero vivir en paz y que se haga justicia", Estábamos seguros de que no volveríamos a ver a Mamadou. Tras el incendio, fue trasladado temporalmente al hostal Dream.

Desde el incendio, que dejó a unas 200 personas sin cobijo, la gente duerme en campings, albergues, en la calle o en otros edificios ocupados. 

"Pobres chicos", pensarán algunos... "Qué terrible es lo que les ha pasado". Pero no es mala suerte. Los que han estado viviendo en la calle se sintieron abandonados por la Unión Europea. Se podía hacer algo y no se hizo y se ocultaron otras cosas que no era necesario ocultar. Y la sociedad en su conjunto hace caso omiso, porque estas viviendas se encuentran en los suburbios del gueto y optamos por no hablar de un problema que tenemos. 

"Todo el mundo sabe lo que pasa", dice Ibra, balanceando a su bebé de tres meses y escuchando el discurso del alcalde de Badalona, que ha acudido a hacer declaraciones después de este desastre. "Albiol nos ve y cierra los ojos".

 Ocurrió varios tres meses. Después de que el fuego ardiera y destruyera el campamento griego de Lesbos, otro incendio golpeó a los migrantes en Europa y mató al menos a cinco personas: Baye Gueye (Senegal), Fatoumata Drammeh (Gambia), Djoulde Allah (Gambia), Mame Thierno Wagne (Senegal) y Boubacar Hanne (Senegal), que vivían en un almacén ocupado en España con más de doscientas personas que llevaban más de diez años allí.

Badalona no ha sido una excepción. La mayoría de las personas que ocupaban ilegalmente este almacén abandonado eran africanos. Muchos de ellos llevan años viviendo en España, pero siempre en una situación precaria y sin oportunidades reales de establecer un futuro para ellos y su familia. La mayoría de ellos proceden de países como Senegal o Gambia, donde los recursos para sobrevivir son cada vez más escasos, por lo que optan por emigrar a Europa en busca de una vida mejor. El problema al que se enfrentan al llegar a Europa es que, debido a la falta de oportunidades y de distintos ordenamientos jurídicos, muchos de ellos se ven obligados a vivir en edificios abandonados porque es la única opción que tienen de acceder a una vivienda.

Los accidentes eléctricos derivados de la pobreza energética son muy comunes en este tipo de condiciones, debido a los cortes en el suministro de electricidad, agua y gas por parte de las compañías que lo gestionan, y porque la mayoría de los materiales utilizados para construir sus parcelas en estos espacios son altamente inflamables. La mayoría de estas personas viven gracias a un trabajo diario y sin contrato y durante los meses de encierro forzoso por la pandemia, pudieron sobrevivir sólo gracias al sentido de comunidad, sin ninguna higiene sanitaria, ni ayuda alguna.

El problema al que se enfrentan al llegar a Europa es que, debido a la falta de oportunidades y de distintos ordenamientos jurídicos, muchos de ellos se ven obligados a vivir en edificios abandonados porque es la única opción que tienen de acceder a una vivienda.

La noche del incendio, el pánico se apoderó rápidamente de la gente, algunos rompieron las ventanas para escapar saltando a la calle desde el segundo y tercer piso. El oxígeno que entraba por estas ventanas no hizo más que empeorar la situación. Los bomberos tardaron varias horas en apagarlo y el desenlace fue de cinco muertos y muchos heridos.

Tye, el tío de Baye (una de las víctimas) fue a Barcelona desde Italia, donde vive, y gracias a la ayuda de la comunidad senegalesa, pudo dormir en Reus con unos amigos. Los amigos le prestaron algo de ropa porque sabían que la estancia no iba a ser corta. Tye quería llevar el cuerpo de su sobrino a Senegal, para que la familia pudiera rezar y acompañar a su alma al cielo, respetando así el ritual musulmán y un entierro que no se podía garantizar en Barcelona.

En ese sentido, los diferentes sistemas legales y las regulaciones sanitarias, hacen que los procesos y rituales que se encuentran fuera de la religión católica sean casi imposibles de practicar. Este es un problema que se da constantemente entre los musulmanes.

Hacía frío pero, debido a la burocracia, todo era muy complejo, sobre todo en época de Covid-19, pero Tye no quería irse, no sin el cuerpo de su sobrino.

Tras la lentitud de las prácticas para la repatriación del cuerpo y la rapidez con la que todo el mundo se había olvidado ya de la tragedia, el sábado 24 de diciembre, la comunidad senegalesa de Cataluña organizó un funeral en el tanatorio de Badalona para varios de los fallecidos durante el incendio.

Eran las seis de la tarde y unas cincuenta personas rompían el silencio rezando una y otra vez en uno de los jardines de la funeraria. Algunos se conocían, otros no; el imán dijo tocando un féretro: "recuerden hermanos, que el viaje de todos termina en el mismo lugar, Dios es grande", algunos vivían o habían vivido en un almacén ocupado como el de Badalona.

En España, un territorio que ha pasado de ser una potencia colonial a un generador de emigrantes y receptor de un enorme flujo migratorio, hay una población extranjera censada con un total de 11,4% en 2020. Ahora bien, dentro de este 11,4%, hay un 22,7% de población de origen africano. Mamadou tiene 25 visados de entrada y salida de España, y escribe cuidadosamente un libro sobre su vida que le gustaría compartir algún día. Emigró a Cataluña para poder ofrecer un futuro digno a su familia, pero hasta ahora lo único que ha encontrado son trabajos temporales sin ningún tipo de contrato y continuas trabas de las administraciones que le impiden aspirar a una vida digna. "Todos los refugiados queremos liberarnos de esta situación, ya no queremos el infierno, queremos ayuda de Europa", dice. "Por favor, compártanlo con la gente de Europa", dice y pregunta si la gente de otros países se preocupa por la situación en la que se encuentran. No logran entender cómo es posible, que en las periferias de las grandes ciudades, haya gente que viva amontonada y en condiciones desastrosas en una nave industrial ocupada durante más de 10 años y que siga siendo prácticamente invisible para todo el mundo.

Algunos se conocían, otros no; el imán dijo tocando un féretro: "recuerden hermanos, que el viaje de todos termina en el mismo lugar, Dios es grande", algunos vivían o habían vivido en un almacén ocupado como el de Badalona.

Un par de hombres sentados en el borde de la carretera sostienen cervezas en sus manos y se dirigen a nosotros: "Señor fotógrafo, por favor, no publique la foto mientras bebo alcohol porque si mi familia la ve, estoy en problemas, gracias", dice.

"No queremos comida, queremos libertad", dijo Youssef. Durante estas semanas, los afectados han planteado numerosas peticiones de ayuda a Europa. A finales de diciembre, algunos de los supervivientes fueron recibidos con la orden de desalojar el campamento que habían construido en una plaza de Gorg y en señal de protesta, decidieron volver a ocupar el espacio vacío, quemado y demolido del almacén. 

Entre ellos, la gran mayoría se mueve por los territorios de la Unión Europea y sobrevive en situación de vulnerabilidad y pobreza energética en naves industriales o pisos abandonados, buscándose la vida en sectores como la agricultura, la construcción, los servicios domésticos, la hostelería y el comercio ambulante, sectores caracterizados por los bajos salarios y las condiciones precarias.

Y esta mano de obra barata ha perjudicado a los trabajadores peor pagados, debido a un aumento de la oferta de mano de obra “barata” y también ha generado una guerra dentro de las mismas clases de trabajadores con un aumento de los beneficios económicos, que no se han invertido en mejorar el ciclo productivo dentro de las empresas tradicionales. Este pretexto se ha visto acentuado especialmente en tiempos de la crisis del Coronavirus, que ha servido de excusa perfecta para seguir recortando aún más las condiciones laborales de las clases más bajas.

No queremos comida, queremos libertad", dijo Youssef.

La irregularidad y la reagrupación familiar han sido las formas de acceso más utilizadas ante la imposibilidad de muchos de obtener la documentación necesaria en sus países de origen, debido a problemas como: la falta de algún tipo de documentación exigida por las administraciones, la denegación sistemática de visados cuando se solicitan, la negativa a empadronarse y así obtener la regularización vía arraigo, etc. 

Todo este sistema de normativas hace de los inmigrantes africanos una categoría especialmente vulnerable dentro de las migraciones de países extracomunitarios.

En España mueren cada año más de 7.000 personas que viven en situación de pobreza energética.

Hay aproximadamente 40.000 personas que duermen en la calle. Las plazas ofrecidas por Cáritas y otras asociaciones son limitadas y las del ayuntamiento también. Cada año se repite la misma historia: llega el invierno y las administraciones se ven sobrepasadas por el gran número de personas que necesitan ayuda para afrontar el frío y las duras condiciones de los meses más trágicos. 

Para las personas que conocimos, no pudimos obtener ninguna respuesta sobre el por qué de su situación, por el contrario, les dejó llenos de interrogantes. "¿Qué va a pasar con nosotros? ¿Lo saben? ¿Hay algún país que se haya ofrecido a acogernos? "

Por ahora, mientras las tensiones se disipan, no queda más que esperar.

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