“Papi, tengo miedo”.
Esta no es una frase que asociemos de inmediato con la dura de duras Yelena Belova (Florence Pugh), hermana adoptiva de la ya fallecida Black Widow. La fragilidad emocional de Yelena –y del resto de sus nuevos colegas– será un hilo conductor en Los nuevos Avengers, cinta 36 del Universo Cinemático Marvel (UCM) que viene a borrarnos el mal sabor de la mediocre Capitán América: Un nuevo mundo de hace solo unos meses. Esta vez no tendremos a Sam Wilson (Anthony Mackie) ni a Thaddeus “Thunderbolt” Ross (Harrison Ford), tendremos algo mejor.
Liderados por el poderoso gravitas escénico de Pugh, Los nuevos Avengers consigue el milagro de interesarnos por el bienestar de personajes casi residuales del catálogo Marvel. En esta era post-Avengers, a Pugh la acompañan a nivel estelar Sebastian Stan como Buck Barnes, el “Soldado del Invierno” y David Harbour como Alexei Shostakov, el otrora “Guardián Rojo” –y padre de Yelena en esta historia–, secundados por Wyatt Russell como John Walker –el defenestrado segundo Capitán América (en su primera aparición en cine) – y la británica Hannah John-Kamen como Ava Starr / Ghost –volviendo tiempo después de Ant-Man & The Wasp de 2018. El grupo cierra con el misterioso Bob (Lewis Pullman, hijo del gran Bill) y tendremos dos antagonistas, uno de ellos la manipuladora Condesa Valentina “Val” Allegra de Fontaine (Julia Louis-Dreyfus).
Trece años después de Avengers, Los nuevos Avengers se estrena en tiempos de series exitosas como ‘The Boys’ o ‘Invencible’ que han reconfigurado lo esperable de historias de superhéroes, y de Marvel misma superando todo tipo de altibajos. En este entorno de hiperviolencia, atmósferas opacas y héroes desangelados, Los nuevos Avengers encuentra su camino en la introspección de sus personajes: todos tienen pesados lastres emocionales.
Por eso Los nuevos Avengers resulta una cinta que aprovecha muy bien las capacidades de sus actores. Es una cinta de Pugh, pero Stan también imprime autoridad allí donde Harbour se hace apenas insufrible en lo cantinflesco de su rol. Walker y John-Kamen tienen exigencias menores, pero son un buen contrapeso mientras que Pullman transita con relativa fuerza mediana en las exigencias de su rol. Hay algo que nos recuerda a Watchmen por ahí.
Yelena es una antiheroína ideal, una sicaria de buen corazón (¿?) sofisticada y de rubio platino en una cinta desesperanzadora y tibia en su primera mitad, que luego se hace muy emotiva y potente en la segunda parte. Sí, Los nuevos Avengers trae discursos algo básicos de una literatura de autoayuda pop tipo “no estás solo”, “unidos somos más” y cosas por el estilo, pero en las manos del director Jake Schreier tenemos una cinta que merece verse y gozarse por su identidad propia, y que no busca ser Guardianes de la Galaxia ni Avengers.
Tampoco es que uno salga muy identificado con el colectivo de personajes –ya lo dije, esta cinta es toda Florence Pugh, una actriz dramática que reparte golpes como la mejor Scarlett Johansson en su cénit– pero para cuando llegan las escenas post-créditos de Los nuevos Avengers (hay dos), ya empezamos a salivar queriendo saber más de esta historia. Eso no pasaba hace por lo menos un año con Marvel, y se extrañaba.
Calificación: 4/5