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Nicolas Cage es el tipo más extraño de Hollywood. Y el más fascinante del mainstream. Ahora tenemos una película con Cage haciendo de Drácula y pensamos ¿cómo no se había hecho antes? A sus 59 años, Nicolas Kim Coppola lo ha hecho todo, ha trabajado con todos y el año pasado hizo de sí mismo en una cinta llamada literalmente El insoportable peso del talento enorme (The Unbearable Weight of Massive Talent). Hace una década ya, en el longevo programa sabatino estadounidense Saturday Night Live solía haber un segmento llamado “Get in the Cage” (“cage” es “jaula” en inglés, un juego con “métete en la jaula”), donde el cómico Andy Samberg vestía de Nicolas Cage y emprendía una versión exageradísima del actor. “Nuestra próxima misión será secuestrar a Dios”, dice este ‘Nic Cage’ sentado junto al verdadero Liam Neeson. “Y no lo dejaremos ir hasta que recibamos nuestro dinero”. Otra vez, junto a Jude Law, este ‘Nic Cage’ –excesivo, en extremo extravagante, con voz de terciopelo pero vociferante– dijo que su nueva aventura sería “dejar embarazada a la Estatua de la Libertad”.

En escena, Shohreh Aghdashloo y Ben Swrtatz.

En 2000, Nicolas Cage manifestó su interés en el tema de vampiros produciendo La sombra del vampiro (Shadow of the Vampire), una película con John Malkovich y Willem Dafoe acerca de la filmación semiclandestina de Nosferatu (1921), la adaptación no autorizada del Drácula de Bram Stoker (la novela original publicada en 1897), la cual fuera llevada a la pantalla por el alemán Friedrich Wilhelm Murnau en su tierra, con los nombres de los personajes cambiados para evitar problemas de derechos, cosa inútil porque Murnau los tuvo.

Renfield: Asistente de vampiro está lejos de ser un nuevo clásico pero se hará memorable para los devotos del personaje de Drácula, quienes son legión. Hay varias novedades.

La historia canónica de Stoker nos cuenta que Renfield era un paciente de psiquiátrico usado por Drácula para avanzar sus planes. Este elemento se conservó en las versiones teatrales de 1924 y 1927. Fue la legendaria versión fílmica estadounidense de 1931, Dracula, la que introduciría la variante de una historia extensa sobre Renfield, introduciendo además el clásico grito gutural de “¡Master!” (“amo”) por el cual Renfield se haría conocido. En esta versión, con Bela Lugosi como Drácula, no veíamos la sangre en abundancia, ni las estacas, ni las mujeres erotizadas con amplios escotes, ni tampoco –cosa curiosa– los colmillos.

Nicolas Hoult y Nicolas Cage en una magnífica combinación de gore y humor.

Todo esto lo trajo la versión de 1958 con Christopher Lee. Beneficiándose del color, este Drácula fue exitosísimo y el primera de varios filmes británicos con Lee. Lugosi y Lee serían los Dráculas más respetados de la pantalla grande hasta 1992, cuando Gary Oldman lideró el reparto de Francis Ford Coppola en su memorable Bram Stoker’s Dracula.

Renfield: Asistente de vampiro ha sido planteada como una continuación del filme de 1931, tanto que veremos tomas de archivo de aquél filme jugando con lo que hacen Cage y Hoult. Han pasado noventa años y Drácula ha resucitado a Renfield para que le sirva otra vez. Ambos huirán a Nueva Orleans (no pregunten por qué) y ante los excesos y maltratos de su “amo”, Renfield empezará a cuestionar su relación con él. Acudirá a un grupo de autoayuda, leerá textos motivacionales y –peor aún– conocerá a la policía Rebecca (Awkwafina), quien pudiera o no fijarse en él.

Combinando gore con humor y un Nicolas Cage desaforado, estamos ante una cinta A filmada con espíritu de filme B.

El Renfield de Hoult es un tipo joven y atractivo.

Combinando gore con humor y un Nicolas Cage desaforado, estamos ante una cinta A filmada con espíritu de filme B. Cage toma más de Christopher Lee que de Lugosi pero puede verse la influencia de ambos maestros de antaño en su Drácula. La sangre será desparramada y las cabezas volarán, sobre todo porque Renfield se meterá en líos con el clan Lobos, una familia mafiosa local.

Es una pena que este filme no pueda tomarse muy en serio. El abundante humor negro y vueltas de guion hacia el absurdo (como ciertas resurrecciones masivas…) hace encallar esta historia en la parodia y la conexión emocional se rompe. El Renfield de Hoult es un tipo joven y bello salido de series como Buffy, la cazavampiros o The Vampire Diaries. Y su búsqueda de estabilidad emocional se hace con una cuestionable mofa a las relaciones de pareja: el subtexto homosexual con Renfield viviendo en un departamento de colores rosa provoca risas forzadas.

Cage, como siempre, está en otro nivel y por momentos pareciera pertenecer a un filme aparte. Si hay una segunda parte, seguro que quiero ver más de su Drácula. Lo siento por Renfield. Está claro quién es el protagonista de esta historia.