Con el fin de mostrar la complejidad del diálogo social hoy en el Perú, Javier Caravedo muestra una fotografía corriente de un grupo de unas 30 personas, varias de ellas indígenas, dispuestas circularmente dentro de una sala. Es una imagen sin protagonistas, tomada desde lejos, con cierto pudor, como si el fotógrafo no hubiera querido invadir un momento especial. “Hacer esta foto no fue fácil: para lograrla, tuvimos que trabajar durante siete meses”, dice el director ejecutivo de ProDiálogo, organización civil peruana que posibilita el diálogo social y tiende puentes entre partes en conflicto.
Fue tomada en la región de Puno, en el surandino peruano, un vasto territorio indígena (quechua y aimara, con un bajo porcentaje de mestizos) dolorido no solo por la discriminación histórica que ha vivido, particularmente desde Lima, sino por la estela de muerte y represión que sufrió durante el estallido social después del intento de golpe de Estado del presidente Pedro Castillo, en diciembre de 2022.
Esta imagen atestigua el nacimiento de un proceso de diálogo en Perú, en tiempos de grandes divisiones y malestares. Fue tomada en Puno, una de las cuatro regiones donde se están desarrollando los Encuentros de Escucha y Diálogo Ciudadano en el Sur Andino, y se logró tras siete meses de trabajo. Foto/ Cortesía ProDiálogo.
Son tiempos de grandes divisiones en el Perú, en los que la palabra ‘diálogo’ se ha desvirtuado. “Puno representa el epicentro del gran conflicto sociopolítico del Perú. No es distintos solo desde lo social y lo cultural, sino políticamente. A pesar del orgullo que sentimos los peruanos por los incas, Machu Picchu y Cusco, toda la expresión social y política de nuestro racismo se dirige hacia el sur del país. Y ellos sienten ese desprecio”, asegura Caravedo.
En la fotografía están presentes personas de todas las provincias de la región de Puno, recalca el experto. Mujeres que vienen de la zona aimara, es decir de la frontera con Bolivia, hijas del lago Titicaca; mujeres de la zona quechua; miembros del Colegio de Profesionales de Puno, de la Defensoría del Pueblo, de organizaciones no gubernamentales y de la Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza, además de empresarios, incluido el expresidente de la Cámara de Comercio de Puno.
Para lograr esa imagen, ProDiálogo primero halló y capacitó para el diálogo a un socio territorial que generara confianza: la Asociación de Servicios Educativos Rurales, que acaba de cumplir 50 años trabajando con comunidades quechuas y aimaras en Puno. Segundo, se sumergió y analizó el contexto desde la región: “La herida está muy abierta. Es difícil que en Puno entren funcionarios del Gobierno central a generar diálogos políticos. Que yo mismo hubiera estado parado como limeño en ese lugar y que algunas mujeres me llamaran ‘hermano Javier’ fue una gran satisfacción para mí y una expresión de generosidad que muestra cómo las personas sí quieren dialogar en condiciones de respeto e igualdad”, reflexiona Caravedo.
Tercero, ProDiálogo formó a un equipo impulsor de los diálogos (uno regional y tres provinciales), bajo el principio de pluralidad, para realizar un mapeo de actores a favor y en contra de las protestas, así como de las víctimas, con el fin de convocarlos. Cuarto, abrió el espacio de diálogo y lo dejó ser, que es el momento registrado en la fotografía. El último paso fue integrar a organizaciones internacionales, como Naciones Unidas e IDEA Internacional, a actores de alcance nacional en temas de derechos humanos y medios de comunicación.
"Sin diálogo no hay democracia; sin democracia no hay garantías de derechos", con estas palabras Javier Caravedo, director ejecutivo de ProDiálogo, explica el porqué esta organización hace activismo en favor del diálogo.
Puno es una de cuatro regiones del surandino en las que se están desarrollando los Encuentros de Escucha y Diálogo en el Perú, promovidos por Coalición Ciudadana –una plataforma multiactor, plural y apartidaria, con más de 300 organizaciones civiles adheridas–, y coordinados y asistidos técnicamente por ProDiálogo. Son espacios que buscan escuchar a la ciudadanía en su diversidad y hallar caminos e incidencia sobre la agenda política nacional, en un país donde el Congreso tiene el 92 por ciento de desaprobación y su presidenta, Dina Boluarte, el 9o por ciento, según el último informe de opinión del Instituto de Estudios Peruanos (IEP).
“A partir de la situación en Perú, ProDiálogo se la jugó para tener un rol mucho más activo en la promoción del diálogo social en el país. Esa experiencia lo ha puesto al servicio de un modelo que nosotros estamos muy contentos de apoyar: la creación de Espacios de Escucha, en los cuales no se pretende llegar a consensos entre los distintos sectores o con el Estado, sino dar la oportunidad a los sectores sociales, en particular a los que han sufrido la violencia de contar su historia”, afirma Javier Ciurlizza, director de la Fundación Ford para la Región Andina, quien define este esfuerzo como la reproducción contemporánea del ejercicio de la Comisión de la Verdad peruana, que hace 24 años se dedicó a escuchar a las víctimas del conflicto armado en audiencias públicas.
Tejiendo capital social de confianza
El nacimiento de ProDiálogo tiene como contexto el conflicto armado interno peruano, ocurrido entre 1980 y 2000; la posterior conformación de la Comisión de la Verdad y el gobierno de transición de Valentín Paniagua, tras la renuncia de Alberto Fujimori.
Puno, 27 y 28 de junio de 2024. La última etapa del proceso de diálogo, con reuniones públicas en las que participaron actores nacionales y locales, organizaciones internacionales y medios de comunicación. Foto/Pedro Egusquiza.
Fue creado hace 20 años por tres abogados, un sociólogo y un psicólogo formados en mediación y resolución de conflictos. Su objetivo: promover una cultura de diálogo que contribuyera al desarrollo sostenible y a la construcción de paz en Perú. Su herramienta principal: el diálogo colaborativo.
¿Pero cómo explicar el diálogo colaborativo desde lo conceptual y lo metodológico, cuando era un enfoque tan nuevo en el Perú? ¿Cómo generar confianza entre las partes en conflicto en medio de un ambiente en el que reinaba la desconfianza? ¿Debían ser neutrales o imparciales? Fueron meses de reflexión interna.
“Más que de imparcialidad, tendemos a hablar de multiparcialidades. La mirada imparcial, como la explica Lederach, es la de las partes que se acercan a la mitad de un puente. La mirada multiparcial implica acercarse a los actores más proactivamente, tocar puertas, dialogar y construir nodos para ir tejiendo una telaraña de capital social de confianza entre las partes. El nuestro es un enfoque de transformación de conflictos”, ahonda Caravedo, quien en su juventud hizo parte de la secretaría técnica de la Comisión de la Verdad.
Con ese enfoque, ProDiálogo se ha especializado en la facilitación de diálogos para resolver conflictos socioambientales generados por los impactos de la extractividad minera y petrolera en el Perú. “Durante la primera década del 2000, la conflictividad socioambiental minera en el Perú comenzó a ser prevalente entre empresas, comunidades y un Estado que, de alguna manera, había abdicado a su rol regulador y protector del medioambiente, con el agravante de que, en muchos casos, los territorios de actividad minera eran los mismos que habían sido impactados por la violencia del conflicto armado y sus contextos culturales eran de pueblos indígenas”, precisa.
Caravedo hace énfasis en que no trabajan para las partes, sino para un proceso. “Puede convocarnos una de las patas de la mesa, pero trabajamos para todas, para que el proceso sea seguro, constructivo y se respeten los derechos fundamentales”.
¿Pero cómo mantener la independencia en diálogos entre actores con distintos niveles de poder? “Asumimos que estas relaciones son asimétricas y el proceso está hecho para que, en su contexto, se reduzcan las asimetrías y las partes puedan tomar decisiones autónomamente”. Por eso, capacitan a las partes en el diálogo y tienen una mirada intercultural, porque consideran que las lógicas de las comunidades deben ser incorporadas en los diálogos.
Ejercicios alrededor del diálogo para plantear las razones del malestar de la ciudadanía. La mirada de Prodiálogo implica “acercarse a los actores más proactivamente” y construir “capital social de confianza entre las partes”. Foto/ Coalición.
En el camino, ProDiálogo ha formado liderazgos que apuestan al diálogo colaborativo tanto desde la sociedad civil como desde las empresas y el Estado. Liderazgos que cultivan la democracia, la justicia, la paz y la sostenibilidad. Ha contribuido también a desescalar la violencia en zonas de conflictividad socioambiental y a generar niveles de transformación. Ha creado herramientas y metodologías para prevenir, resolver y encauzar la transformación de conflictos.
Su aporte más reciente consiste en conformar espacios para escuchar y dialogar a lo largo del país, como lo atestigua aquella fotografía. “ProDiálogo –concluye el director de la Fundación Ford para la Región Andina– ha entendido que más que el acuerdo político, es muy importante el reconocimiento de la narrativa y darles voz a quienes no la tienen”.