Relatto | El cuento de la realidad
Relatto | El cuento de la realidad

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Isaac Asimov escribió que la violencia es el último recurso del incompetente. Es una frase contundente y precisa. Podemos verla en acción en Estados Unidos: en el minuto 1:04 de un clip en YouTube de 2005, vemos al cómico Jeff Ross decir delante de la mismísima Courtney Love: “¿Cómo es posible que Courtney Love luzca peor que Kurt Cobain?” (Cobain llevaba varios años muerto). El ataque de Ross fue artero y causó estupor en un show destinado a mofarse principalmente de Pamela Anderson –también presente–, no solo de Love, quien se puso de pie amenazante pero que procesó el golpe y se sentó. No cedió a la provocación.


Jeff Ross - Roast of Pamela Anderson



La cachetada de Will Smith a Chris Rock en los Oscars quiebra el contrato social según el cual las personas públicas están expuestas al ojo crítico del resto. Más allá del discutible argumento de “defensa del honor”, me quiero centrar en lo que esta escena representa para el mundo del espectáculo a partir de hoy. El mensaje al final es matonesco: “si dices esto te expones a un golpe”. ¿De ahora en adelante los comediantes deberán tener temor?

Ambos estuvieron en lo más bajo de sí mismos, Rock con su falta de nivel y Smith por ceder al instinto elemental del golpe. Ni siquiera el contenido mismo del chiste es inédito. Jada Pinkett padece de alopecia, un trastorno que le hace perder cabello; Rock dijo que parecía una “G.I. Jane 2”, un papel para el cual alguna vez Demi Moore se rapó. Pero antecedentes de este tipo de humor al límite de lo correcto hay muchos. En el mundo castellano, Francisco de Quevedo apostó que le diría “coja” en su cara a la reina Isabel de Borbón (primera esposa de Felipe IV de España), quien realmente padecía de cojera. “Así, en una muestra de ingenio, frescura y osadía, Quevedo se acercó a la reina con un clavel blanco en una mano y una rosa roja en la otra mano y le dio a elegir entre las dos flores con el siguiente calambur: ‘Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja’”.

Will Smith arremete contra Chris Rock durante la entrega de los Oscar 2022.

La comedia contemporánea se rige por un contrato social que dice algo así como que a cambio de tu vida de lujo y privilegios debes mantener la compostura, digan lo que digan de ti. Smith se erige como un portavoz de quienes no están de acuerdo. De la postura de que uno no tiene que aguantar las burlas de otro. ¿Se imaginan entonces que un político pueda encarcelar un ciudadano por burlarse de él? El límite es la difamación, la calumnia, la injuria. Rock no violó ningún código legal. En su esencia elemental, lo que tuvo fue falta de tino, concibió de forma errónea su broma, eligió mal el escenario, tuvo mal gusto. Después de la cachetada, Amy Schumer, quien no tiene pelos en la lengua, dijo “¿me perdí de algo? Siento que la energía ambiental ha cambiado”, pero no fue más allá. Fue una primera señal de cautela.

Tampoco se trató de una dinámica de crueldad varón-mujer. “Miren a Marlee Matlin”, dice la estridente comediante Lisa Lampanelli en el segundo 0:41 de otro video, “sentada aquí como si fuera normal”. Matlin, como se sabe es una premiada actriz sorda, coprotagonista de la Mejor Película del Año, “CODA”. Primeras risas. Matlin también ríe y gesticula, con su interprete al lado. “¡Hey Marlee!”, sigue Lampanelli. “¿Verdad que lees labios? ¿Qué dice mi entrepierna?” Es una broma grotesca, pero la propia Matlin sigue la broma con gestos manuales y todos aplauden la ocurrencia.

Este humor no está prohibido. No es novedad. El problema es el contexto. Lo cierto es que hay bromas que ya no pueden hacerse. Un sketch como el de “La nena” en “Poné a Francella” lindaba con la pedofilia; ni qué decir del contenido de “Las gatitas y ratones de Porcel”. En el Perú, cada semana Carlos Álvarez tiene una imitación veloz del personaje del momento, tanto que esperamos que lo tenga. Pero los personajes “La paisana Jacinta” y “El negro Mama” de Jorge Benavides han sido ampliamente denunciados por ser evidentemente racistas. La versión de “Paolín, lín, lín” de Carlos Álvarez produjo la furia del excapitán de la selección Paolo Guerrero: Álvarez insinuaba en su interpretación que Guerrero era amanerado, deslizando componentes de homosexualidad. En Estados Unidos, prácticamente las noticias de la semana anuncian de qué se hará mofa en Saturday Night Live, el longevo programa de humor en vivo: estas semanas ha dominado la agenda Putin, Amazon, Joe Biden, y siempre hay pretexto para mofarse de Donald Trump.


El Roast de Donald Trump - Lisa Lampanelli



Se vienen tiempos de una revisión de los límites del humor, ojalá que para bien. No se puede exigir que los comediantes restrinjan su creatividad pero sí que sean más responsables de lo que sale de sus bocas. Comediantes como Ricky Gervais o Kathy Griffin fueron censurados o cancelados por sus excesos en años recientes, la pena por violar el contrato social existe. Miren nada más cómo el cómico estrella Dave Chapelle vio peligrar su multimillonario contrato con Netflix en noviembre de 2021, ya que su show “The Closer” estuvo repleto de humor transfóbico.

Will Smith ganó su primer Oscar con un discurso sobre el amor a la familia quince minutos más tarde de pegarle a Chris Rock; horas después estaba bailando una de sus propias canciones en una fiesta privada. En su caso, Smith también debería actualizar su discurso. Su reacción fue vista por millones, no puede discutirse que haya ocurrido.

Es el nefasto razonamiento detrás de su acto el que le permitió reír, enojarse, agredir, ganar, llorar y luego celebrar hasta el amanecer como si nada.

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