Relatto | El cuento de la realidad
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He visto varias veces El triángulo de la tristeza y en todas me he divertido con lo de Ruben Östlund, un director que construye microcosmos donde coloca a sus personajes para golpearlos sin cesar. Casi los vandaliza. Visto en la pantalla, me cuento entre quienes disfrutan los vericuetos de su discurso y lo inmisericorde de su tratamiento. Pero he sido testigo de cuánto rechazo genera esto nuevo que se trae entre manos. 

En un exclusivo y enorme yate se da cita una tribu selecta de millonarios. También están Yaya y Carl, una pareja veinteañera de influencers que consiguieron el pase a bordo gratis. Ambos son hermosos, ambos trabajan de modelos. Por ahí van un viejo ruso obeso y jocoso que se enriqueció vendiendo fertilizantes –“vendo mierda”, repite con una sonrisa y un vaso en la mano–, una pareja de ancianos que hicieron fortuna vendiendo armamento militar –dirán algo así como “hemos impulsado la democracia con nuestros productos en todo el mundo”–, y un alemán con su mujer, quien debido a un derrame cerebral quedó postrada en una silla de ruedas y solo repite la expresión “In den Wolken!” (“¡En las nubes!”).

He visto varias veces "El triángulo de la tristeza" y en todas me he divertido con lo de Ruben Östlund, un director que construye microcosmos donde coloca a sus personajes para golpearlos sin cesar. Casi los vandaliza.

Los pasajeros, aún con todos su privilegios, se verán revolcados en excremento líquido, vomitarán todo lo que coman en una cena de lujo –vencidos por el mareo en altamar– y verán alterado el orden de las cosas cuando hechos inesperados encumbren al invisible personal filipino de servicio en una nueva forma de dictadura del proletariado. Algo así como el sueño secreto del capitán del barco, Thomas (Woody Harrelson), “un socialista a bordo de un yate de $250 millones de dólares”, como se define a sí mismo, que lee a Chomsky, cita a Marx y se encierra días enteros a embriagarse oyendo la Internacional Socialista.  

Yaya y Carl, una pareja de influencers que consiguen un pase gratis en un yate de millonarios.

Cada vez que el director sueco Ruben Östlund vuelve, muchos tiemblan. Otros salivan. Varios, más descreídos, ruedan los ojos. Östlund ha hecho carrera atacando desde 1993 con mayor o menor éxito los cimientos de ese engendro social llamado civilización occidental; sus obras recientes se han llevado lauros, como sucedió con The Square (2017, Palma de Oro en Cannes), donde ironizaba sobre la superficialidad de la pompa alrededor del mundo de los museos y galerías de arte, y antes Fuerza mayor (2014), la historia de un hombre que decidía ponerse a salvo a sí mismo antes que a su mujer e hijos cuando ocurre una avalancha en un viaje de descanso por los Alpes franceses. 

Desde una mirada intelectual y burguesa, en El triángulo de la tristeza Östlund apunta a un cúmulo de temas y sujetos arquetípicos de nuestros días para torpedearlos con sus críticas en un ejercicio donde nos complace y traiciona a todos. Hijo de padres comunistas, Östlund crea un microcosmos de clases sociales en el yate denunciando los engreimientos y ridículos que son cosa de cada día para los más privilegiados. En ese sentido, es un placer ver a Dimitry (Zlatko Burić ) pagando algo de sus culpas y a Carl (Harris Dickinson) y Yaya (Charlbi Dean) reducidos a sobrevivientes en un mundo donde sin un smartphone y acceso a Instagram realmente no son nada. 

En "El triángulo de la tristeza" Östlund apunta a un cúmulo de temas y sujetos arquetípicos de nuestros días.

Pero si los corazones de izquierda se agitan inflamados al ver a los ricos recibiendo su merecido, luego veremos cómo este ecosistema capitalista se subvierte y tendremos un matriarcado dictatorial en lugar de la utopía comunista. En todo el camino, Östlund se burla del supuesto compromiso del mundo de la moda con el medioambiente, plantea una situación sin salida en torno a los roles de género –¿quién debe pagar la cuenta de una cena elegante? ¿El que gana más? ¿El varón? ¿La mujer? ¿Por qué?–; se dispara contra el consumismo, el feminismo y varios “ismos” más. Una de las secuencias más divertidas es un tête à tête entre Thomas y Dimitry donde el estadounidense se arma de Lenin y Marx para cruzar sables con el ruso, quien retrueca con citas políticas de Reagan, Thatcher y Kennedy. “Un estadounidense comunista contra un ruso capitalista”, dice Dimitry, como punto de partida a una amistad basada en la oposición.

Östlund ha hecho carrera atacando desde 1993 con mayor o menor éxito los cimientos de ese engendro social llamado civilización occidental.

Östlund toma mucho de Buñuel –viene a la mente El discreto encanto de la burguesía (1972)– en su arremetida. Como el maestro español –a quien se acerca pero no iguala– el sueco castiga a sus personajes, pero lo suyo va desde una actitud misantrópica que pareciera apuntar no solo a la clase burguesa que se ve en pantallas sino a la humanidad misma. La competencia está en quién resulta menos despreciable entre los presentes. Östlund resalta las debilidades de sus personajes –Carl es inseguro e insufrible, la filipina Abigail (Dolly de Leon) es tan reivindicadora de clase como potencialmente criminal– y no ofrece redenciones ni respuestas. 

Östlund se burla del supuesto compromiso del mundo de la moda con el medioambiente y plantea una situación sin salida en torno a los roles de género.

Lo que ha hecho Östlund es tomarle el pelo a todos los que nos importa el cine. Le tomó el pelo a Cannes, vendiéndole un filme que se burla de sus factótums y mecenas y luego recibiendo el premio mayor por su filme antisistema. Nos toma el pelo a quienes aplaudimos con el castigo a la burguesía para luego enrostrarnos que el poder igual nos corrompe a todos. Se tomó el pelo a sí mismo y quienes no verán su filme. Un gran filme, sí. ¿Merecedor de la Palma de Oro? No. Yo se lo hubiese dado a La decisión de partir de Park Chan-wook (quien igual ganó a Mejor Director), una digna heredera de Vértigo de Hitchcock. No ganará los mejores premios en el Oscar 2023 pero sí, es innegable para cualquiera que El triángulo de la tristeza tiene su cuota de maestría. 

Un magistral embuste, dirían algunos.  

 

FICHA TÉCNICA

Película: El triángulo de la tristeza (Triangle of Sadness)

País: Suecia, Alemania, Francia, Reino Unido, México, Dinamarca, Grecia, Suiza, Estados Unidos, Turquía

Año: 2022

Director: Robert Östlund

Protagonistas: Harris Dickinson, Charlbi Dean, Dolly de Leon, Zlatko Buriç 

Disponible en: Cines, Google Play

Calificación: 4.5/5

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