Allí donde Asteroid City fue fría y ultraesquemática, El esquema fenicio es dinámica y repleta de una insospechable vida bajo las rígidas reglas del universo de Wes Anderson.
Lo más sorprendente de esta nueva entrega es cómo Anderson logra volver a conmovernos sin dejar de ser él mismo. Sí, están todos sus sellos: los planos perfectamente centrados, los decorados que parecen salidos de un teatro de papel, lo surreal de las atmósferas y voces que narran lo que ya estamos viendo. Pero hay algo más: un tono melancólico que se cuela entre las escenas, como polvo de archivo en un museo olvidado.
Mia Threapleton, hija de Kate Winslet, es la revelación de El esquema fenicio y es un deleite apreciar su performance, magnética incluso en el más mínimo gesto, junto a un Benicio del Toro en un rol protagónico donde parece divertirse como nunca. Del Toro es Zsa-zsa Korda, un acaudalado empresario que una y otra vez es víctima de atentados contra su vida. Tiene nueve hijos, pero es Liesl (Threapleton) la elegida por Zsa-zsa como sucesora y compañera para llevar a cabo un recorrido recaudando dinero para el “esquema” del título. ¿En qué consiste? Anderson y su coguionista Roman Coppola quieren que adivinen ustedes.
Del Toro y Threapleton encarnan a personajes que cargan con más historia de la que pueden decir. Y esa tensión —entre lo dicho y lo contenido— es donde la película encuentra su alma. Aun así, estamos ante el título más accesible de Anderson en años recientes, lejos del barroquismo de La crónica francesa y la frigidez ya descrita de Asteroid City, y también de las intrincadas adaptaciones de los cuentos de Roald Dahl que Anderson urdió para Netflix.
Anderson vuelve a demostrar que es mucho más que el maestro de la estética simétrica y los tonos pastel: es un narrador obsesionado con el orden dentro del caos emocional. Y el arma secreta esta vez será Michael Cera como un dudoso tutor llamado Bjørn Lund, a quien Zsa-zsa emplea además como asistente en su tour de recaudación. No soy fan de Cera, pero Bjørn conjura matices propios de un veterano intérprete familiarizado con las exigencias de Anderson. Y el desfile de grandes nombres tampoco decepciona. Bill Murray es Dios (dentro y fuera de pantalllas), y por ahí aparecen además F. Murray Abraham como un profeta y Charlotte Gainsbourg nada menos como la exesposa de Zsa-zsa.
Lamento que talento como el de Scarlett Johansson, Riz Ahmed, Tom Hanks o Bryan Cranston reciba relativo poco tiempo en esta historia; Benedict Cumberbacht se luce en una interpretación esquizoide. Pero son la tríada Del Toro-Threapleton-Cera quienes cierran filas como los motores de El esquema fenicio. Sí, también están presentes los travelings –movimientos laterales de cámaras–, las escenas en ascensores, las caras inexpresivas aún en los momentos más intensos y las tarjetas en pantallas que separan actos, escenas, instantes. Es lo que se espera de Wes Anderson, y es lo que tenemos.
CALIFICACIÓN: 4.5/5