Relatto | El cuento de la realidad
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No deja de sorprender que una banda nórdica, que admiraba a The Beatles, que era reconocida en Europa por haber ganado Eurovisión en 1974, que estaba muy pendiente de la evolución de la música a mediados de la década de los setenta y que soñaba con lograr algo de éxito en el mercado del Reino Unido, fuera la responsable de un cambio que ha marcado a tres generaciones enteras de artistas y consumidores, determinante además para entender los diversos rumbos que tomó el pop desde su lanzamiento. El camino fue complejo y tuvo en la visión y olfato de Benny Andersson y Björn Ulvaeus, y el talento vocal de Agnetha Fältskog y Frida Lyngstad, los componentes para el éxito. 

El 16 de agosto de 1976 cuando se lanzó el sencillo de 45 con “Dancing Queen” en el lado A y “That´s Me”, en el B, la banda sueca llevaba cuatro años dando de qué hablar en Escandinavia gracias a tres álbumes (Ring Ring, Waterloo y ABBA) de mediano impacto. Los primeros pasos del grupo fueron certeros a partir de la adaptación de sus influencias beat anglosajonas, sin la trascendencia esperada, por lo menos en listas de éxitos y en ventas de álbumes en Europa. Los dos líderes de ABBA habían iniciado sus carreras en los años sesenta con bandas que les seguían los pasos a The Beatles y la movida de la invasión británica. Su visión y misión en el arte eran las de ser el equivalente sueco de lo que venía del Reino Unido.

Portada del álbum.

A mediados de 1970, dos años antes de que ABBA hiciera su debut oficial, Björn y Benny grabaron Lycka, álbum que les dio cierta notoriedad en Suecia. En ese punto Andersson ya había conocido a Frida, que había participado en Eurovisión en 1969, el mismo año en el que la dupla de compositores lo hiciera con un tema que logró el segundo lugar. En julio de 1971 Björn y Agnetha, tras un par de meses de noviazgo, se casaron. Se conocieron en un festival de música folk sueca, en el que la futura voz líder de ABBA se destacó por su gran interpretación vocal. Los medios locales hablaban constantemente de su belleza y particular estilo vocal. Las piezas del rompecabezas de ABBA estaban listas para hacer historia. 

De esa primera etapa quedaron sus primeros tres álbumes en los que dejaron el sueco y adoptaron el inglés como idioma principal de sus canciones, la mayoría de ellas marcadas por la prueba, el error, la adaptación y la experimentación. Quedaron temas que rotaron ampliamente en listas europeas como “People Need Love”, “Ring Ring”, “Honey, Honey”, “Mamma Mia”, “S.O.S” y “I Do, I Do, I Do, I Do, I Do” y “Waterloo”, el tema que les dio el premio de Eurovisión y los llevó al número 1 en Suecia, Alemania, Reino Unido, Suiza, y al número 6 en Billboard. Y aunque el máximo galardón de la canción europea era un justo reconocimiento a una carrera consistente y coherente, también era un riesgo. Benny y Björn sabían que pocos artistas lograban mantenerse exitosos y relevantes en el mundo de la música tras Eurovisión y la crítica musical dudaba si estos exóticos suecos realmente tenían el secreto del santo grial del pop. 

A mediados de 1970, dos años antes de que ABBA hiciera su debut oficial, Björn y Benny grabaron "Lycka", álbum que les dio cierta notoriedad en Suecia. En ese punto Andersson ya había conocido a Frida, que había participado en Eurovisión en 1969, el mismo año en el que la dupla de compositores lo hiciera con un tema que logró el segundo lugar.

El tercer álbum de ABBA, lanzado en la primavera del 1975, demostró ciertos avances en materia de composición. Benny fue más arriesgado y la canción “Mamma Mia” esconde algunas claves melódicas de lo que estaba a punto de suceder con la “reina del baile”. Canciones pegadizas y alegres en el pop hay de sobra y en los años sesenta y setenta grandes artistas como Elton John, Stevie Wonder, Queen, The Beatles o los Bee Gees entendieron cómo lograrlo. Benny y Björn estaban al tanto de los sonidos que poco a poco inundaban las pistas de baile en Estados Unidos y el Reino Unido y ahí se escondía la clave para crear el himno pop más importante de todos los tiempos. 

Pero, ¿qué es lo que lleva a “Dancing Queen” a estar un paso más allá de otros grandes himnos del pop como “Rocket Man”, “I Want to Hold Your Hand”, “Superstition”, “Bohemian Rhapsody” o “You Should Be Dancing”? Hay muchas explicaciones. Empecemos con el adecuado sincretismo: usar las influencias, los referentes, el mood, la imagen y el beat de moda para crear un tema simple y fresco, moderno para su momento, único, inmortal y atemporal, sin imitar, sin repetir y elevando su autenticidad. A todo lo anterior hay que sumarle el look adecuado, en sintonía con la moda del momento. La fuerza de la imagen inmortalizada en imágenes y videos que resaltan la belleza de sus cantantes. Por último, la letra perfecta para engalanar la historia de fondo, esas primeras líneas que recordaremos siempre: “Friday night and the lights are low, looking out for a place to go. Where they play the right music, getting in the swing, you come to look for a king”. 

Sin embargo, las grandes canciones empiezan con una frase o con un momento que se quedará anclado indefinidamente en nuestra memoria. “Dancing Queen” lo hace con la antesala del coro, una explosión de júbilo, euforia, optimismo y alegría mucho antes de que la canción tome vida propia, justo en el centro del estribillo con la atmósfera ideal para rendirse de lleno a su magia melódica. “You can dance, you can jive. Having the time of your life”. Perfecto y novedoso. Nadie en el pop lo había hecho de esa manera, ni The Beatles que hicieron todo lo humanamente posible en el pop rock. Una nueva manera de componer se había patentado. No había vuelta atrás.

ABBA durante su presentación en Eurovisión, 1974.

Björn y Benny estaban al tanto de la música de moda a finales de 1975 y un primer punto de partida para “Dancing Queen” fue el glam rock envolvente de T-Rex, Bowie y Sweet, además del tema “Rock Your Baby” de George McCrae, un hit del pre disco que sonó hasta el cansancio. A Benny se le quedó pegado el beat de la batería y parte de la melodía. Escribió un primer bosquejo en el piano y se la enseñó a Frida quien no pudo contener las lágrimas por la fuerza melódica de ese demo. Hicieron unos arreglos, le dieron fuerza al bajo y cambiaron la estructura clásica de la canción pop por una menos convencional y más arriesgada, con elementos del ostinato rítmico, en octavas descendentes, que le impide a la canción perder la intensidad que le da la primera estrofa. Y es que “Dancing Queen” siempre está arriba. Desde el inicio con un glissando de piano, en el que las manos de Benny ruedan libremente por todas las notas altas y bajas del instrumento para crear la introducción perfecta a la canción pop perfecta. Luego las voces de Agnetha y Frida aparecen al unísono, sin descuidar la magia y las formas del folclor sueco, como eje central de un emotivo canto hipnótico de fantasía donde el oyente toma alas para bailar y ser feliz. La magia de las palabras y de un cuento de hadas bien ejecutado. A la fuerza armónica de las voces se le suman arreglos de cuerdas y el uso preciso y adecuado del piano. La imaginación del oyente hace el resto. Basta con cerrar los ojos para estar en el medio de una pista de baile, adornada con la luz tenue y brillante de la bola de cristal que engalanó las noches de furor de la música disco.  

Pero toda esta perfección no fue inmediata. Fue el resultado de un trabajo coordinado en equipo donde las opiniones de los cuatro miembros del grupo y de su mánager Stig Anderson fueron determinantes. La canción nació con el nombre de “Boogaloo” y en su frase inicial decía “Baby, baby you're out of sight. Hey, you're lookin' alright tonight”. Dos cambios no tan ligeros, de forma y fondo, fueron suficientes para patentar la fórmula y sellar su camino a la gloria. El tema cuenta la historia de una adolescente de diecisiete años que vive la libertad y se pierde en la magia de la música en una pista de baile. Pero hay un detalle que puede ser menor y es la clave para entender el mensaje y la grandeza de la canción: el oyente es un observador que ve su vida reflejada en esa adolescente que fue libre y feliz. Un poco de melancolía nórdica, como la describió Björn, para ir en busca del tiempo que ha pasado por delante de nosotros, con la necesidad de vivir un presente inmortal que dura cuatro minutos y que se puede perpetuar las veces que el oyente quiera. Solo hay que escucharla para que eso suceda.  

La magia de las palabras y de un cuento de hadas bien ejecutado. A la fuerza armónica de las voces se le suman arreglos de cuerdas y el uso preciso y adecuado del piano. La imaginación del oyente hace el resto. Basta con cerrar los ojos para estar en el medio de una pista de baile, adornada con la luz tenue y brillante de la bola de cristal que engalanó las noches de furor de la música disco.

A las pocas semanas de salir al mercado europeo, “Dancing Queen” llegó al número 1 en Inglaterra, Holanda, Alemania, Irlanda, Suecia y Bélgica. En Estados Unidos no fueron ajenos a su impacto y también llegó al número 1 del Hot 100 de Billboard. Fue el inicio de la Abbamanía planetaria que tuvo su punto máximo con la gira australiana de 1977, inmortalizada en el largometraje ABBA The Movie, donde se retrata perfectamente un fenómeno solo comparable a la Beatlemanía de 1964 en Estados Unidos. Sin embargo, todo éxito trae sus sinsabores y el gran impacto de la canción y el álbum Arrival en todo el planeta, con el tiempo se transformó en el talón de Aquiles para la estabilidad del grupo. Agnetha fue la más afectada con esa ola de fama y sobreexposición mediática. Su voz y su talento como artista dejaron de ser el centro de atención de los tabloides que pasaron a describirla como la mujer con la mejor cola de Europa. A pesar de tres álbumes posteriores de gran factura, especialmente Super Trouper, todo lo que se inició en el verano del 76, se desmoronó en 1981 cuando el grupo decidió desaparecer del espectro tras la publicación de The Visitors. Nunca hubo un anuncio oficial de separación o ruptura. Simplemente cada uno de los ABBA tomó su camino que se vio alterado a mediados de este año cuando se anunció su regreso, tras cuarenta años, sin producir nuevas canciones. Pero esa es otra historia. 

El álbum Arrival se editó en los cinco continentes y a la fecha cuenta con más de trescientas ediciones en diversos formatos, incluyendo varias latinoamericanas. Donna Summer, Blondie, New Order, Elvis Costello, B-52, Bee Gees, Billy Joel, Madonna, Queen, Steven Wilson, Phil Collins, Erasure, MGMT, The War on Drugs, Lady Gaga, U2 y tantos otros artistas, no fueron ajenos a la magia de la reina del baile y su inmortal progresión de acordes descendentes que cambiaron el curso del pop para siempre. 

Vea aquí el videoclip:

Escuche el álbum Arrival:



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