Relatto | El cuento de la realidad
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A simple vista, Isabela Merced parece una chica normal. Lleva un conjunto gris deportivo y una mascarilla KN95 en el pasillo de un hotel en el distrito limeño de San Borja, donde esta mañana atenderá a tres periodistas que la interrogaremos sobre su nuevo single, “Agonía”, colaboración con el DJ y productor peruano Kayfex. La actriz de Hollywood que le diera vida a Dora la Exploradora, el entrañable dibujo animado de Nickelodeon en la película de live action, podría pasar desapercibida si no fuera por el peinado que luce sobre su atuendo: dos moños perfectamente cuidados y un elaborado mechón que adorna su frente.

Casualmente, el peinado y el maquillaje, que apenas alcanzo a ver a causa de la KN95, ha ocasionado un ligero retraso en toda la producción. Por unos minutos más, Isabela seguirá pasando desapercibida dentro de esa pequeña troupe conformada por miembros de su familia, estilistas y asistentes. Cualquiera que la viera, los brazos cruzados en el pasillo del hotel, no podría adivinar que se trata de una de las actrices juveniles con mayor proyección en la industria norteamericana. Apenas unos meses atrás estrenó Sweet Girl, película de Netflix que protagoniza junto a Jason Momoa (a.k.a Aquaman), en donde la menuda actriz reparte patadas y puñetazos, y prestó su voz para la película animada de DreamWorks, Spirit: Untamed, secuela del exitazo de 2002.

Isabela Merced durante la rueda de prensa.

Pronto la chica del pasillo lucirá un vestido negro digno de una alfombra roja para una entrevista que no tiene que ver con sus películas ni con su amistad con Mark Wahlberg, con quien ha compartido pantalla hasta en dos oportunidades: Transformers 5 y Familia al instante, y cuyo sobrino, Jeffrey Wahlberg, fue nada menos que Diego, el primo de Dora Márquez en la película más conocida de la joven actriz, Dora y la ciudad perdida. Ocurre que Isabela Merced forma parte de ese selecto club de artistas que no solo protagonizan blockbusters, sino que también cultivan hits musicales. 

La actriz de Hollywood que le diera vida a Dora la Exploradora, el entrañable dibujo animado de Nickelodeon en la película de live action, podría pasar desapercibida si no fuera por el peinado que luce sobre su atuendo: dos moños perfectamente cuidados y un elaborado mechón que adorna su frente.

El primer single de Isabela Merced, “Papi”, una mezcla de pop urbano con sonido latino, se estrenó en 2019 y hoy sobrepasa las 20 millones de reproducciones en YouTube con un videoclip lleno de referencias a sus raíces peruanas. Un hit en toda regla que allanó el camino de su EP, The Better Half of Me, y de su single “Don't Go”, una colaboración con la estrella mexicana Danna Paola. Sin embargo, estos no son los primeros trabajos musicales de la artista. Hubo un álbum anterior, Stopping Time, que tenía un sonido muy distinto. Pero eso fue antes de ser Isabela Merced…

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Isabela Yolanda Moner Pizarro nació en julio de 2001 en Cleveland, Ohio. Segunda hija de un bombero estadounidense de ascendencia europea y de una peruana que emigró a los 15 años a Estados Unidos, enfermera de profesión. Isabela y sus hermanos se criaron con el español como idioma materno, con una conciencia muy clara de sus raíces peruanas, pero, también, sumergidos de lleno en la cultura americana. Por eso, Isabela admite que en algún momento de su vida estuvo en “denial”

“Yo siempre sufrí una batalla entre mi cultura peruana y mi cultura americana”, nos dice en la entrevista. “El español fue mi primer idioma, crecí hablando español. Pero después entré a la escuela, a la preschool, y ahí las profesoras hablaban con mi mamá y le decían: 'ella nunca habla en clase, ella nunca participa en clase'. Y es que los chicos se burlaban de mí porque yo tenía acento”. 

La adolescencia de Isabela Moner llegó con esa negación. La joven se rehusaba a abrazar sus raíces latinas, ese hablar hispano. 

“Si mamá me hablaba en español, yo contestaba en inglés”, recuerda. 

Isabela Yolanda Moner Pizarro nació en julio de 2001 en Cleveland, Ohio. Segunda hija de un bombero estadounidense de ascendencia europea y de una peruana que emigró a los 15 años a Estados Unidos, enfermera de profesión.

Aún con la lejanía de los años, en la sala de conferencias del hotel, la actriz de Hollywood afirma que ella solo quería “fit into”, es decir, adaptarse en esa jungla hostil que era la preparatoria en Cleveland. Si lo pensamos, estamos ante una historia muy distinta a la de CJ Martin, aquel personaje al que interpretó para la serie de Nickelodeon 100 cosas que hacer antes de ir al instituto

Su mamá, entonces, la miraba con profunda tristeza. 

“¡Cómo no aprecias tu cultura!”, le decía. 

Porque ella había tenido que abandonar su país natal, el Perú, siendo una adolescente. Un buen día, le dijo: 

“Te voy a mandar a una escuela en el Perú por un semestre”. 

“¡Fue horrible para mí!”, nos dice ahora Isabela. 

¨Yo siempre sufrí una batalla entre mi cultura peruana y mi cultura americana¨.

Está sentada en un sillón frente una cámara. Detrás se alcanza a ver un banner de dos metros que promociona “Agonía”, el single con el que demuestra su amor por el Perú. En aquel entonces, sin embargo, una joven Isabela se paseaba con su mandil sobre un uniforme color plomo, atendiendo unas clases que nada tenían que ver con lo que había estudiado. “Me sentía más confundida que antes y estaba en crisis”, recuerda sobre esos meses, pero reconoce que fue decisivo para construir su identidad. 

“Me siento agradecida por el tiempo que pasé en el Perú, por un semestre en la escuela. Porque desde entonces siento una fuerte conexión con mi cultura”, afirma. 

Aquel sería su punto de quiebre. Comprendió que ser latina era su “superpoder”. Desde entonces, anhela representar a su cultura en todas las formas posibles, en sus películas, en sus canciones. Algo de eso quedó plasmado cuando interpretó a Dora Márquez en el exitazo de 2019 que fue Dora y la ciudad perdida, donde la actriz interpreta a una versión adolescente del personaje animado que vive en la selva amazónica. 

“En esa película yo hablo inglés, español y también un poquito de quechua. ¡Eso fue increíble!”, dice sobre el filme que recaudó más de US$ 120 millones en todo el mundo.

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Esto fue, no obstante, antes de ser Isabela Merced. Es decir, antes de la transformación. Porque ella no fue siempre esta joven picante y decididamente latina que aparece desde hace unos años en videoclips de corte urbano con estrellas de la talla de Sebastián Yatra, el famoso cantante y compositor colombiano de reguetón. Tiene que ver con la forma en la que se introdujo en el mundo del show-business, con solo cinco años, cuando sus padres la inscribieron en clases de canto en Cleveland. Antes de que se dieran cuenta, Isabela ya estaba sobre el escenario actuando en obras como El mago de Oz y Anita, influenciada por Judy Garland o Shirley Temple.

Aquel sería su punto de quiebre. Comprendió que ser latina era su “superpoder”. Desde entonces, anhela representar a su cultura en todas las formas posibles, en sus películas, en sus canciones.

En 2012, con 10 años, debutó en Broadway, la meca internacional del teatro musical. Fue en el revival de “Evita”, que contó con las actuaciones estelares de dos ídolos latinos, Ricky Martin y Elena Roger. Por ese entonces, la joven Moner se sentía peruana. Al menos eso es lo que dice en una entrevista de ese año para un diario peruano: “Desde bebita he estado en contacto con el Perú”, afirmaba. 

En dicha conversación revela, además, que se emocionó mucho cuando conoció a Marco Zunino, el actor nacional que conquistó Broadway, la noche del estreno de “Evita”. 

“Qué bonito que haya dos peruanos aquí”, le decía Zunino. 

Después no pasaría mucho para que diera su salto a la pantalla grande con un pequeño papel en la película de 2013 La casa que construyó Jack —no confundir con la película del mismo título de Lars von Trier—, drama sobre inmigrantes latinos. Luego, Nickelodeon la fichó para protagonizar la serie juvenil 100 cosas que hacer antes de ir al instituto

Así las cosas, Isabela se integró rápido al universo de la casa televisora, colaborando con papeles secundarios en películas como Clonando a Adam (2015) o prestando su voz para un personaje en Dora y sus amigos, spin-off del programa original. Fue en ese breve lapso de meteórico ascenso como estrella juvenil que Isabela Moner, todavía no Isabela Merced, se entrega a los brazos del que fuera su primer amor: la música. Y es entonces cuando sale a la luz su primer álbum, Stopping Time.   

En 2012, con 10 años, debutó en Broadway, la meca internacional del teatro musical. Fue en el revival de “Evita”, que contó con las actuaciones estelares de dos ídolos latinos, Ricky Martin y Elena Roger.

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Antes de atender a los periodistas, en la sala de conferencias que el hotel preparó para ella, Isabela Merced aparece con un vestido de noche, media espalda descubierta. Ya no es la chica que podría pasar desapercibida en el pasillo de hace solo unos minutos. El equipo prepara las luces y cámaras que registrarán todas las entrevistas con el banner promocional de “Agonía” de fondo. La artista está sentada en una silla portátil —como la que usan los directores en los set de filmación— y conversa con una de las coordinadoras de prensa. Dos asistentes y un maquillador revolotean alrededor de ella.

“Me han gustado mucho”, dice sobre el equipo de estilistas que trabajó los tres “looks” que viene luciendo en estos días de entrevistas con los medios peruanos. “Quiero que se vayan conmigo a Los Ángeles, para que trabajen mis looks allá…”.  

Su nuevo single, “Agonía”, en colaboración con el DJ y productor peruano Kayfex.

El personaje que finalmente se pone de pie para sentarse en los sillones donde atenderá a los medios, bañada por las luces artificiales de los focos, no se parece a ninguno de los que ha interpretado en el cine: ni a la postapocalíptica Izabella de Transformers 5 ni a la hija peleadora de Jason Momoa en Sweet Girl, tampoco a la esforzada Julie Reyes de la comedia romántica adolescente Noches blancas. Tal vez la Isabela que hoy aparece en sus videoclips sea una versión más cercana a lo que ella siempre quiso ser. 

Lo que, de alguna manera, me hace pensar en su anterior álbum, el que vio la luz cuando apenas tenía 13 años, y en cuyos videoclips encontramos a una niña americana con ropa casual cantando en inglés versiones de “Don't Cry for Me Argentina”, la misma que interpretó en Broadway, o “The Boy From Ipanema”, el clásico bossa nova, pero con “boy” en lugar de “girl”. La distancia entre Stopping Time y “Agonía” no es solo física, es también cultural. Una actitud frente a la vida. El descubrimiento de algo que había tenido guardado y que de alguna manera la hacía diferente. 

No puedo evitar decirle, una vez que converso con ella: 

“Pero es un disco muy distinto, Stopping Time”.

Stopping Time, sí”, responde. “Hace mucho que no escuchaba ese disco”.  

La distancia entre "Stopping Time" y “Agonía” no es solo física, es también cultural. Una actitud frente a la vida.

En la sala contigua al pequeño set de entrevistas, una señora se acomoda en un sillón mientras a Isabela terminan de maquillarla. Ella forma parte de esa pequeña troupe con la que llegó la artista. Muy pronto nos enteramos de que se trata de una tía abuela que, orgullosa de los logros de su sobrina, la acompaña en ese tour de entrevistas junto a la madre y el hermano menor. De pronto, uno de los asistentes se ofrece a mover el sillón para que la señora pueda ver las entrevistas desde un lugar privilegiado.

Luego de Stopping Time, le pregunto por la decisión de adoptar el apellido Merced. Ella responde: “Eso tiene que ver con mi abuela, que murió hace mucho tiempo. Se llamaba Yolanda…”, y en ese momento, Isabela ubica a su tía abuela detrás de las cámaras. “Ahí está mi tía Gloria, ella era una de sus mejores amigas, familia también, pero amigas por decisión. Y, bueno, ella significaba mucho para mi familia, su presencia. Siempre siento mucho su presencia…”. Reconoce que tiene una foto de su abuela en su cartera, en la pared de su “dressroom”, y es que el cambio de nombre tiene que ver también con el respeto que profesa a las mujeres de su familia. 

“Porque mi familia es muy materna, y las mujeres son muy poderosas y empoderadas”.

El personaje que finalmente se pone de pie para sentarse en los sillones donde atenderá a los medios, bañada por las luces artificiales de los focos, no se parece a ninguno de los que ha interpretado en el cine.

En efecto, es lo que podemos ver en producciones como “Papi”, en donde una Isabela Merced hace gala del sabor latino con una mezcla de break dance en donde suelta pasos de marinera, un escudo del Perú bordado en su top y máscaras de la Diablada, el festejo de los Andes. “I'm never gonna call you papi”, dice en el coro, todo un “statement” de empoderamiento femenino en estos tiempos de Rosalía. 

“Yo empecé a escribir música o letra en inglés y español mucho antes de 2019”, explica Isabela. “Tengo como 100 canciones en un fólder en Dropbox en mi celu, donde hay un montón de variedad de géneros. Me gusta el R&B, me gusta el pop, me gusta la música urbana, me gusta la salsa, y a mí me gusta escribir de todo”. 

Fueron los productores musicales Mauricio Rengifo y Andrés Torres, responsables de exitazos como “Despacito” de Luis Fonsi, junto a la disquera Republic Records, quienes decidieron que “Papi” iba a ser el hit que terminó siendo. 

“Tiene un mensaje de empowerment”, añade Isabela. “Porque había un co-star en una película que me dijo: 'Oye, llámame papi, pues. No me llames por mi nombre. Llámame papi'. Y yo como que: Ugh. En ese momento, yo le dije: 'No. I never gonna call you papi. Déjame en paz. Estoy tratando de trabajar en este momento en una película. Entonces, déjame ya'. Y eso fue inspirado por ese momento…”.

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Cuando no está filmando una película, Isabela busca desentumecer su veta creativa y organiza lo que llama un “camp”, donde reúne a escritores y productores que la ayudan a crear la visión para un proyecto específico. Si le rompen el corazón, por ejemplo, ella dice: “Okey, ahora quiero un campamento lleno de talento para escribir un hit”. Es para Isabela una suerte de terapia. Y fue en uno de esos campamentos donde conoció a Kayfex, el artista y DJ ayacuchano fichado por la Warner cuyo sueño es convertir los ritmos de la música peruana en un fenómeno universal.

Isabela conoció en un campamento a Kayfex, el artista y DJ ayacuchano fichado por la Warner.

El resultado de la confluencia entre Isabela y Kayfex fue “Agonía”, el single que acaba de estrenar y cuyo videoclip se filmó en las alturas de Ayacucho, una ciudad a más de 2000 metros sobre el nivel del mar en los Andes peruanos. Dirigido por Gustavo Ramírez, el vídeo juega con el sincretismo del arte colonial andino. Isabela se confunde, ataviada por un vestido dorado, con el altar de pan de oro de la catedral de Ayacucho. La imagen se intercala con coreografías y una puesta en escena que invita a conocer la riqueza cultural de la ciudad, premiada por un cielo límpido y una hermosa arquitectura. Kayfex, que predijo que la fusión “es el futuro”, camina en cámara lenta.

“Andaba muy tímido”, dice Isabela sobre la ocasión en que conoció a su compañero musical. “Era su primera vez en Los Ángeles. Imagínate, si no conoces a nadie, si acabas de conocer a un artista y a tres escritores que acaban de escribir como seis hits ese año, te vas a sentir un poco incómodo”. 

En el “camp”, Kayfex le habló de un cuento de José María Arguedas, tal vez el más grande referente de la literatura indigenista peruana, y se lo compartió en un Google Docs. Se trata de “La agonía de Rasu Ñiti”, donde un danzante de tijeras, heredero del tradicional baile místico andino, se entrega a la muerte al mismo tiempo que su espíritu posee a su sucesor, en una ceremonia en los Andes. Aquel fue el germen que dio vida a “Agonía”, la canción que mejor aborda las raíces culturales de Isabela Merced, la cantante pop empeñada en dar a conocer su amor por el Perú.


Vea el video de "Agonía"

Isabela Merced ft. Kayfex - Agonía (Official Music Video)

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Resulta difícil pensar en Isabela Merced e imaginarla como una chica normal. Con veinte años, ha actuado en una decena de películas, algunos grandes éxitos de taquilla, y ha grabado cantidad de canciones. Fue actriz de Broadway cuando niña y ahora se perfila como la cantante pop capaz de llevar la fusión andina a niveles insospechados. Y ahora me dice que le gusta tener una vida muy normal: salir con su novia, visitar a sus amigos, sacar a pasear a sus perritos. Porque tiene tres, todos rescatados. 

“Mi vida es muy simple. Si no estoy trabajando una película o filmando una película… Sí, es muy simple, y me gusta. Yo soy cáncer, así que prefiero quedarme en la casa”, se ríe. A pesar de eso, admite que busca el balance entre su vida personal y el trabajo. “Porque, sin trabajar, yo siento que me vuelvo loca”. 

Isabela Merced ya tiene pactado filmar algunas películas para este 2022. En una de ellas compartirá cámaras nada menos que con Gloria Estefan. “¡Mi reina! ¡Mi queen! ¡Mi ídolo!”, exclama cuando menciona su nombre. Y entre grabaciones y encuentros con la prensa, estamos seguros de que se encontrará tiempo para salir con su novia, pasear a sus perritos y organizar sus habituales “camps”, donde cocinará algún nuevo éxito mientras toca la guitarra, el piano o el ukelele, el instrumento que más le gusta, con la ventaja de tener dos universos culturales por explorar. Porque ella es Isabela Merced.

 

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